viernes, 13 de marzo de 2009

LA POSESIÓN DE THIAGO by JAHHY (2ª parte)

Segunda parte del cuento que me ha escrito mi amigo
Jahhy del Blog "Burbujas de Deseo"
El cardenal Ángel no daba crédito a lo presenciado. Tuvo que acelerar el cántico de rezos antes que, por sus ojos estupefactos, desfilaran más sacrílegos en forma de guiñol. Eso sí, junto a los rezos, le pegó tal sopapo al Thiago Belcebú que, lo hizo flotar durante unos segundos por encima de la lámpara fundida y cubierta por lamparones de inmunda bazofia. Thiaguecito Satanás gruñó con tal estruendo, que todos los pájaros de la comarca escaparon asustados rumbo al sur, temiendo la peor de las tormentas.

Satán es listo. Un fuera de serie. Cuando el Cardenal esperaba la mayor de las iras, éste cambió de táctica. Thiago se había convertido en una seductora y provocativa Salma Hayek –con serpiente incluida- en un abierto de piernas hasta el amanecer que hizo gotear de sudor al pobre sacerdote. Ángel continuó rociando la estancia con la ya escasa agua bendita mientras Salma –o sea, Thiago, o sea Satán Belcebú- bailaba lascivamente sobre la cama.

- Tócame, imbécil. Entra en mi carne y poséeme- exclamaba la voz acaramelada de SalmaThiago. Todo hay que decirlo, estaba realmente bella si no fuera por esos ojos en blanco que ni Dios sabía a dónde miraban.

- ¡Aléjate, miserable basura ! No eres más que putrefacción –le gritó descompuesto en cara y cuerpo el Cardenal.

- ¿Estos pechos son putrefacción? ¡Tú alucinas, mamón! Anda y vete a una óptica a que te gradúen la vista –continuó SalmaThiago mientras mostraba unos pechos de diosa griega con los pezones humedecidos por las yemas de sus dedos.

- Ven a mí y hazme tuya –continuó la bella bestia mientras comenzaba a hurgarse entre sus piernas abiertas en una danza tan erótica que a punto estuvo de fundir la conciencia del Cardenal.

Merche Pallarés continuaba en la cocina atiborrándose de hojaldres, tarta de arándanos, chocolate fundido y crema de nata, en un afán por apagar su nerviosismo. La acompañaban dos guardias civiles y el indiano ateo con el que tenía una “nerviosa” amistad. Un tal Shysh, más conocido en el pueblo por “Estoy en el Bar” dada su afición a pasar las horas muertas sumergido entre unas cuantas cervezas y el humo de su cigarrillo. Merche Pallarés le pidió que rezase junto a ella, a lo que se negó en redondo Shysh.

- Con los rezos del Cardenal es suficiente… ¿no tendrás por ahí una buena botella de bourbon?- solicitó el tal Shysh.

- Sí, no es mala idea, amigo.

- Venga, anímate y vamos a mojar el gaznate con ese bourbon que no tiene mala pinta. Ni ellos se dieron cuenta, pero a la botella de bourbon siguió otra de vodka –recuerdo de su marido el legionario- una de J&B y un par de cervezas. A medianoche llevaban tal punto y coma etílico que ni se enteraron que Thiagin acababa de prender fuego a la sotana púrpura del Cardenal provocando un pequeño incendio en la habitación.

Ángel no se arredró. Semidesnudo y con quemaduras de tercer grado por todo el cuerpo, comenzó a pegarle hostias sin freno a aquel ser endemoniado. No hubo suerte. Thiago –transformado esta vez en un bellísimo y provocativo Evandro Soldati- le pegó tal patada en las oscuras y tapadas partes íntimas del Cardenal, con tal fuerza e impulso, que lo arrojó desde la ventana hasta colgarlo en el árbol centenario próximo a la casa. La benemérita tuvo que llamar al Cuerpo de Bomberos de Bardaos –que andaban ocupado en la realización de unas fotos eróticas para un calendario a favor del cultivo del mejillón- para que pudieran descender el cuerpo inerte del Cardenal.

-Tú hijo de puta, pero… ¿qué cojones has hecho?- la voz bastante beoda del tal Shysh pilló por sorpresa a Thiaguecito que se afanaba con su erecto y poseso pene en una nueva masturbación de película porno XXL.

-Me cago en ti y en tus poderes de mago de circo, hijoputa –grito el tal Shysh, al tiempo que se quitaba la correa del pantalón atizándole con saña y cierto odio en sus ojos al descompuesto poseso- por los clavos de Cristo que te reviento a hostiazos. La furia del tal Shysh sorprendió a SatanásThiago que no esperaba tal énfasis en sus propuestas.

- Tú, mamarracho ¡Soy Belcebú el rey de las tinieblas. Ya tardas en adorarme como merezco!

- ¡Tú no sabes con quién hablas, imbécil! Yo soy Shysh el Indiano y en mis innumerables viajes alrededor del orbe, me he encontrado con seres más peligrosos que tú. Recuerdo que, en cierta ocasión, en el Mar de los Sargazos nos salió una serpiente de mar tan grande como una vaca y…

- ¡Déjate de historias y pamplinas, piltrafa! No me hagas reír con tus historias de viajecitos en carabelas –le gritó con furia Thiago al tiempo que comenzaba a sangrar -cual fuente versallesca- sangre por todos los poros de su cuerpo. De seguir así, habría que hacerle una transfusión urgente para evitar que se desangrara en menos que cantaba el gallo loco de la Restituta. Tan loco que igual daba el amanecer a las siete de la tarde como a las tres de la mañana. Decían que estaba endemoniado. Quizás esto explicara muchas cosas: Thiaguito solía darle algún movimiento sexual en sus horas de aburrimiento. Desquiciado estaba el pobre gallo, como podéis imaginar.

-¡Ni tú ni cien mil como tú vais a romper la tranquilidad de este pueblo. O sales de ese cuerpo ahora mismo o te meto por el culo esta garrafa de vino tino –casero y peleón- que traigo conmigo. Y deja de escupir esas guarradas que tienes esto hecho un lodazal!

Thiaguin –o sea…ya saben- rió y explotó en una ventosidad tan olorosa que casi asfixió al desquiciado Shysh.

Salió de la habitación buscando aire puro y se encontró con la cara coloreada pero triste de Merche.

-Va a ser complicado. Sé de un monje que vive como un ermitaño en las montañas nevadas que quizá pueda ayudarnos. Tengo su número de móvil. Intentaré haber si hay suerte.

- Sandum dormía en brazos –digamos de Morfeo…a nadie le interesa su vida privada- cuando sonó el endemoniado aparato telefónico. Escuchó atentamente la voz del tal Shysh y respondió:

-¡Ajá! Bien. Ummmm. Sí. De acuerdo. Bien. Ajá. Miraré en mi agenda de Internet los compromisos adquiridos. Te contesto vía fax en media hora.

Shysh se despidió de Merche aduciendo que tenía un compromiso ineludible con el Bar. Regresaría en apenas tres o cuatro horas. Merche, resignada, comenzó a buscar en el frigorífico algún resto del pastel de moniatos que compró días atrás.

En el séptimo día del suceso apareció por la entrada del pueblo un ser tan pestilente y andrajoso que gatos, perros, gallinas y todo ser vivo que se cruzó en su camino, salió corriendo atemorizado ante el nauseabundo olor que desprendía. Su visión era fantasmagórica. El hijo de la Dorotea, que jugaba con su prima a médicos y enfermeras en la puerta de su casa, al verlo, preguntó al recién llegado si allí iban a rodar la cuarta parte del Señor de Los Anillos y si podía hacer de extra.

Merche ofreció una buena ducha al recién llegado y unos pantalones y una camisa en tonos verdes del Tercio de la Legión pertenecientes a su desaparecido marido. Sandum aceptó la ducha pero no la ropa. Seguiría con su andrajosa túnica de ermitaño de Zara.

En cuanto Thiago notó la presencia de Sandum, provocó tal tormenta de sapos y culebras en la comarca, que todo lo sembrado en los campos se fue a tomar…vacaciones hasta el año que viene dios dirá. Los cielos se atormentaron: nacieron rayos, truenos y relámpagos por doquier; fuegos fatuos crecieron aquí y acullá y, hasta la Santa Compaña con sus tétricas campanas y varios miembros del centro meteorológico nacional, se dieron una vuelta por el lugar interesados por los fenómenos.

Sandum pidió por su portátil con gusanos “sasser” un crucifijo de santería a Brasil y una estampita de María de los Hackers Digitales al arzobispado de Sevilla. Por Seuraudos le llegaron antes que el gallo de Restituta diese los buenos días a las tres de la tarde.

Por primera vez en todos aquellos días, el poseso no dijo esta boca es mía ni de Thiago, al entrar en su reducto el ermitaño Sandum. Sentado sobre una silla esperaba atento los movimientos de la nueva visita.

-Te esperaba, joputa. Tenías que venir tú –gritó el endemoniado al tiempo que comenzaba –qué cansino era ¡Por dios!- a esparcir escupitajos de baba verde sobre la cara de Sandum.

-Dios te salve, María, llena eres de gracia…

- ¡Cállate, subnormal o te envío a tu cueva de una patada en los huevos! ¡No me vengas a mí con esas monsergas, melón! Ya puedes desaparecer de mi vista o adorarme ¡Soy Belcebú y del Depor!

- Eres un desequilibrado que necesita amor, mucho amor. Ven conmigo al reino de los Cielos, al Sagrado Corazón de Jesús, a la Virgen María.

- Serás memo… ¿pero de qué cojones vas? ¡Soy SATANAS!… aún no te has enterado, capullo? Diosssss, éste es el peor de todos. Yo me descojono con el memo este.

- Vamos a rezar juntos un padre nuestro y un credo y sin equivocaciones –gritó convulsivamente Sandum.

- Tú estás más pallá que pacá… ¿qué rece yo contigo, joputa? ¡Toma mis rezos!


Thiago Satanás hizo temblar la tierra, sacó todos los muertos de sus tumbas, dejó caer lava volcánica por la habitación, se rodeó de toda una banda de música de cucarachas gigantes que interpretaban canciones de Marilyn Manson y comenzó a copular con esqueletos sin funda con caras de Naomi Campbell, Andrés Velencoso y Marujita Díaz. Todo ello acompañado por las ya pesadas y molestas babas viscosas que cayeron -como ducha inmunda- sobre el cuerpo del ermitaño. No pereció ante tales monstruosidades porque la fe mueve montañas e inmundicias.

Sandum continuó rezando mientras encendía velas alrededor de la cama –por llamarla de alguna forma- sin dejar de mirar fijamente la cara de alcachofa hinchada y verdosa del ya cansado Thiago.

- Venga tío, vamos a tomarnos un descanso que llevo ya siete días sin parar –exclamó SatánThiago intentando llevar a su terreno al ermitaño.

- Pero tío ¿No te cansas de tantos rezos insulsos? Yo puedo hacerte el hombre más feliz de este mundo a condición que me entregues tu corazón de melón que venderé en un mercadillo de los arrabales del sur del Infierno. No es que valga nada, pero algo sacaré –intentó convencer amigablemente Belcebú.

- Oremos por las víctimas de la Infamia. Tres aves marías y un Creo en Dios todopoderoso- continuó Sandum, incansable al desaliento y al frío extremo que rodeaba la estancia.

- Te llevaré a Disneyworld si es necesario, pero cállate ya, joputa o caerá toda mi rabia sobre ti, diosssss, a éste lo llevas al Infierno y se me suicidan todos los condenados.

Sandum adormeció por fin al endemoniado con su cantinela de rezos. Bajó a la cocina y pidió un cochinillo asado y una botella de vino a una Merche que era consolada con fruición por Shysh que había regresado del bar con dos toneles de cerveza bajo el brazo.

Tras el carajillo, el ermitaño Sandum entró de nuevo en la habitación. Esta vez, portaba un estandarte con la efigie de San Francisco de Asís, un escapulario con la foto de Juan Pablo II y una bufanda firmada por el mismísimo Michael Jackson. Nunca se supo qué afectó más a la sensibilidad hormonal del Thiago poseso. Aunque seguramente el pestazo que desprendía el aliento de Sandum con el carajillo fue determinante. Lo bien cierto es que Belcebú, comenzó a llorar cual plañidera en busca de sus merecidos honorarios y, por fin, tras unos momentos de dudas con rayos y centellas en el techo ababeado de la habitación, decidió abandonar el cuerpo del endemoniado, cansado, aburrido y bastante abatido. Se le vio huir por la ventana disfrazado de vampiro de halloween junto a una corte de hetairas mal vestidas con alas negras.

Nació el día tras las tinieblas. Una luz de amanecer radiante iluminó con arco iris toda la estancia y una docena de palomas inmaculadas se posaron sobre la ventana. Thiaguín despertó de su mal sueño y llamó entre hipos y sollozos a su mamuchi del alma querida.

-Vamos hijo, directamente a la ducha. Ahora mismo llamo a Limpiezas Aromáticas Prexigueiro para que aseen toda esta basura ¡La que has armado, criatura!

- Mamuchi, tengo mucha hambre ¿por qué no me preparas un cola-cao?- pidió un mareado Thiago que buscaba desorientado un lugar en toda la historia.

Sandum y Shysh se despidieron en la puerta de la casa de una Merche ojerosa pero feliz. Merche sonrió al ver el guiño cómplice que Shysh le mostró cariñosamente. Ambos, Sandum y Shysh se dirigieron al bar del Agustín a tomar unas migas con cerveza para desayunar tras quedar vacíos los dos toneles.

El pueblo se despertaba lentamente bajo un cielo limpio y tan azul que muchos vecinos sacaron sus cámaras digitales para plasmar tal belleza.

El gallo de Restituta dormía plácidamente.


F I N

"La posesión de Thiago"
Es un cuento de Jahhy, de los Blogs "Burbujas Gay" y "Burbujas de Deseo"
Marzo, 2009

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