jueves, 26 de abril de 2007

UN DIA PARA… DECIR ADIÓS A GIOVAGRIS

Adiós Gio. Te vas y nos dejas a todos un poco más tristes, un poco más solos, un poco más huérfanos de amor y de cariño.

¿Sabes? Yo soy un pequeño imbécil pero que tengo sentimientos, y hoy me vienen a la memoria un recuerdo que no quería volver a tener, algo que no pensaba recordar nunca, algo que no pensaba contar.

El año pasado, por estas mechas moría mi compañero de pupitre en segundo de bachiller de una leucemia galopante e injusta. Aun hoy lo estoy llorando, porque era no solo el mejor compañero, sino el mejor amigo, la mejor persona que he conocido, el más inteligente y sensible de los seres humanos. Hasta el último día me regaló sus mejores sonrisas, su sabiduría, su buen hacer, su amistad, su cariño, creo que nunca lo superaré.

El día que tuve que verlo en su lecho de muerte apenas tapado por una sabana con su rostro de cera, maduré en un segundo lo que no había madurado en 17 años, comprendí la vida y la muerte sin tener que leer ni un libro más, y cuando su madre abrazada a mi, buscando en mi cuerpo el olor de su hijo muerto y buscando en mis lágrimas su sabor, abjuré de la vida, de la religión, de la cultura, de la sanidad… Me enojé con los hombres, con los dioses, con todos los que me arrebataron a lo que yo más quería. Querría ser yo aquel muerto, quería ser yo todos los muertos, quería irme con él.

Si después he vuelto a leer o a refugiarme en la cultura fue por buscar una explicación o un consuelo a una siega tan atroz en lo mejor de la vida de una persona inenarrable, todo lo que diga de él es poco, pero no lo encontré. Y solo me quedó el pequeño consuelo de saber que yo había tenido la inmensa suerte de haber sido su amigo, su compañero, de que mis piernas rozaban las suyas desde el día que entré en el colegio. Donde quiera que hoy estés, Francisco, quiero que sepas, que ni amigo, ni familia, ni novio ni amante destruirá jamás tu recuerdo y si alguna vez me río no es porque haya podido olvidarte, sino por no llorar.

Bueno, decir que tu marcha me recordó hoy a mi amigo puede parecer una exageración, una trivialidad, pero las lágrimas que ahora recorren mi rostro son las mismas, amigo Giovagris. Te quiero también un poco y una parte de mi ser se va contigo. Supongo que esto es la vida, ir muriendo poco a poco…

Besos (hoy con “s”, besos normales, de los de siempre, de los de toda la vida).

26 de abril de 2007

No hay comentarios:

Publicar un comentario