viernes, 27 de abril de 2007

EL DIABLO... ¿COJUELO?

Iago estaba tirando balones al aro colocado en el jardín de su casa. Un diminuto pantalón de deportes apenas tapaba su esbelto cuerpo. Su torso desnudo, bien proporcionado y marcado aparecía lleno de pequeñas perlas de sudor que brillaban al sol. Su madre asomó por la ventana para recordarle:

- “Iago, ten cuidado no te vayas a enfriar, no tientes al diablo.

Pero el aviso llegó tarde, el diablo ya estaba allí:

– “Quero tu cuerpo, Iago, ¿a cuánto sale?”

Iago no se inmutó, siguió a lo suyo, tirando pelotazos al aro y con desgana le contestó al diablo.

– “Pero lo quieres entero o cuarto y mitad” Iago se creía simpático, pero solo soltaba frases hechas que el suponía llenas de ingenio. Desde luego lo mejor de Iago no era su inteligencia ni su gracia, por eso el diablo volvió a decirle.

– “Quiero tu cuerpo”.

- “De eso nada” – le contestó – “mi cuerpo es mío y me pertenece y no lo doy así como así por muy demonio que seas. Llévate otro, tienes los de mis compañeros de equipo o de la facultad o, mejor aún, llévate el del vicedecano, que está un poco achacoso y no le queda mucho y te costará menos.

El demonio insistía, no quería soltar su presa – “pero yo quiero el tuyo, Iago”. Así que Iago simuló ceder: “Que me ofreces a cambio, di”

- “Levitarás, podrás viajar y ver todo el mundo desde el aire” – dijo el diablo.

- “Pero eso es un rollo, no me apetece, viaja todo el mundo con eso de las compañías aéreas de bajo coste, todo el mundo en chándal con la cámara de video. No, no, no me interesa, viajar es un infierno; ¡cómo no tengas algo mejor...!”

- “Te ofrezco la gloria literaria” ofreció el diablo.

– “¿Y para qué la quiero? – contestó – “Ya la voy consiguiendo yo solito ¡tengo un blog! Bueno, no es gran cosa, pero poco a poco…. No, tu quieres mi cuerpo para lo mismo que lo quieren todos …”.

Entonces, con todas sus fuerzas, Iago le tiró un pelotazo al diablo que le acertó en todas sus partes. El pelotazo fue tan brutal que el diablo se echó las manos a su miembro y escapó, salió corriendo, aullando, cojeando, con el rabo entre las piernas.

Su madre volvió a aparecer – “Iago, hijo, vente a comer y abrígate que estás jugando con el diablo".

(Tentación escrita por Iago en el día de hoy.)

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