miércoles, 11 de abril de 2007

CODIGO DA IAGO (o elegía del botellón)

A mi el personaje histórico que me fascina es Leonardo. No solo era un genial pintor que me emociona, además fue un escritor e inventor. Un genio y además gay.

Con frecuencia voy al Museo del Prado a ver el original de la Mona Lisa que se conserva aquí. Y si, he dicho original, porque voy a aprovechar para hacer una revelación increíble y que revolucionará la Historia del Arte. Creo firmemente que el cuadro de La Mona Lisa de Madrid es anterior al del Louvre y lo creo porqué el nuestro no tiene pintado el fondo y el de Paris si. Es lógico pensar que el pintor no pudiendo retener por más tiempo a su modelo que tendría que ir a cenar, pinta primero un retrato sin fondo y luego haría el otro cuadro, recreándose en los detalles ¿A qué es verosímil? ¿A qué ahora no soy tan tonto? El Iago no es tan tonto ¡eh! (ver post de Las Ruvis).

Por otro lado poca gente sabe que Leonardo, además, le gustaba la cocina y puso una pizzería y que escribió todo un código de conducta, protocolo y buenos modales en la mesa con consejos como “no se debe vomitar la comida encima del vecino de mesa” y que inventó cosas tan útiles como la servilleta.

Igualmente inventó una original máquina para picar carne tan grande que había que meter la vaca entera e inventó una maquina para matar ranas antes de cocinarlas a base de un martillo que las iba golpeando en la cabeza según salían las pobres ranas del tonel. Inventó una máquina de cortar berros tan complicada que la máquina terminó matando a “seis miembros del personal de cocina y tres jardineros” y finalmente la máquina “terminó siendo utilizada por Ludovico Sforza contra las tropas invasoras francesas”.

También se cuenta de Leonardo que para pintar el cáliz semi vacío de su cuadro “La última cena” (si, si, el del Código Da Vinci) estuvo durante tres largos años bebiéndose todo el vino de la bodega del Duque Ludovico.

En fin, ya digo, mi ídolo. Porque yo como Leonardo “Vini, vidi y vinci” (Bebiendo en la vida, se vence, según traducción libre de Feliciano Teixeiro, ese tuberculoso).

Bibliografía: “Notas de cocina de Leonardo”

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