viernes, 27 de abril de 2007

MI INTELIGENCIA Y YO

Yo, que me he estudiado, me he dado cuenta que muy inteligente no debo ser, porqué ni yo mismo me entiendo y eso debe ser fatal. A mí me gustaría ser un intelectual, francamente, aunque tampoco he tenido mucho tiempo. Dadme tiempo y veréis. Y porque no sé donde se estudia para intelectual que si no….

Pero tengo un problema, y es que yo noto que no tengo criterio, que soy voluble, que giro para donde va el viento, que nunca sé a qué carta quedarme, que el saber me marea, y que todo el mundo me convence. Estoy leyendo a los presocráticos, esos tuberculosos.

La filosofía me supera, porque no se rige por verdades científicas que es lo que a mí me gusta. Una manzana siempre te va a caer encima por gravedad o por su propio peso, que ya lo dice la Ley de Newton y la manzana no tiene más remedio que obedecer, todo lo más que puede hacer es escoger donde cae
r, e incluso para eso sigue una ley, la de Murphy y te dará en donde más te duela. ¡Ah! pero la filosofía no. Aquellos filósofos griegos..., cada uno dice una cosa; y a mí, que como dije al principio no tengo criterio propio, me convencen todos.

Me parece que fue Tales el que dijo que todo era agua. Y yo en seguida pienso, pues tiene razón el tio. Sin agua apañados íbamos, del agua salió la vida y el cuerpo humano es casi todo agua. ¡Qué listo estas Tales, te sales!. Y yo hago unas gárgaras y echo un escupitajo y me quedo tan pancho.

Pero viene el otro y dice que nones. Que todo es aire. ¡Hombre, algo de razón no le falta; sin aire apañados íbamos. La atmósfera es lo que nos da la vida, luego ya nosotros nos encargamos de llenarla de gases y en el aire está todo condensado, el agua, la materia, etc., ¡mira que listo¡ Todo es aire. Tiene razón, resoplo y me quedo contento.

Cuándo ya estoy convencido y resoplando, leo que hay quíen dice que ni hablar, que ni lo caliente, ni lo frío, ni lo seco, ni lo húmedo, podrían ser la substancia primaria del universo. No podía ser el agua o la humedad, como había dicho Tales, porque la humedad no engendra fuego, más bien lo apaga. Entonces, el principio de las cosas tiene que ser una masa indiferenciada (ni caliente, ni fría, ni seca, ni húmeda) de enorme extensión en la que los elementos antagónicos estaban sólo de un modo latente o potencial. ¡Aquí sí que ya la cagamos¡ Bueno, es el polvo, la tierra. No le falta razón la chaval; polvo somos. Me convence.

Ya no digamos cuando el último me dice que todo es fuego, que todo nace de la lucha de los opuestos y que el fuego vive consumiendo y generando los opuestos. Yo digo, vale Heráclito, déjalo ya; tienes razón pero vete tú al centro de la tierra a demostrarlo: Pero otro que ya me ha convencido: el fuego, el calor del sol es lo que nos da la vida.

Pero bueno, digo yo ¿cómo podemos ser una cosa y la contraria? ¿Uno pude ser al mismo tiempo Uno y Su Señora? Así que al final como todos me convencen, sigo sin saber de qué estoy hecho pero tengo hambre. Cierro el libro de filosofía y me como la manzana.

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