sábado, 29 de agosto de 2009

COMIENDO EL PRODUCTO NACIONAL (BRUTO), 1

Que nadie espere de mí un sesudo post de economía, con lo jodida que está la cosa, y a pesar del título. No va de eso mi post de hoy, no. Sólo es que, estando en Galicia, me parece natural que me coma el producto de aquí, el producto nacional bruto: los gallegos. Que la verdad uno ya está harto de comerse extranjeros por muy rubicundos y surferos que sean. Y que hablan en esos idiomas tan raros, además.

Bueno, los gallegos son distintos. Pa empezar son más bien morenos. Morenotes y sanotes y un poco brutotes, con una barriguita incipiente, de tan buenos que son aquí todos los alimentos. No hay gallego delgado, el que está delgado es que está enfermo. El caso es que me estoy comiendo a un gallego que es una pequeña maravilla, un cuerpo bendecido por todos los dones. Nada, no encuentro nada que criticar ni parte de su cuerpo al que ponerle un pero. Desde su cuerpo musculado de una forma natural a la calidad de su pelo y su piel, todo lo tiene sencillamente maravilloso. Hasta su polla. De la justa medida y de la calidad y tamaño que a mi me gustan. Cada movimiento de su cuerpo es un pequeño milagro. Y su cuerpo desnudo en la playa nudista mientras hablamos en nuestras toallas cercanas, es una sinfonía permanente de imagen y sonido. Sus movimientos atrapan el aire y la luz, y las olas enmudecen ante su contemplación. En la cama no tiene nombre, algo apoteósico. Y es que no hay nada como comerse el producto nacional, ya digo, aunque sea un poco bruto.

El día que le conocí alguien me hizo notar la calidad de su piel. Y así empezamos un juego que me llevó a meter la mano por la pernera de sus pantalones cortos a tocarle todo el instrumental, con un descaro que a mi mismo me asustaría, si él no se dejara manipular indiferente con toda naturalidad. Y de verdad que aquella piel era como un terciopelo magnético que impedía que mi mano se retirara de tanto placer que obtenía en cada terminación nerviosa. Luego nos fuimos a jugar a una máquina de esas tipo quiz, de preguntas y respuestas, en una partida llena de saber y carnalidad. Yo sabía todas las respuestas y el no dejaba de acercarme el paquete.

No sé si gané o perdí, pues la calentura me impedía tocar la tecla adecuada. Sólo sé que de ahí nos fuimos directamente en el coche a follar en un camino en medio del monte. El primer polvo fue en el mismo asiento del conductor. Y aunque nos fuimos arrancando las prendas una a una hasta acabar en pelotas, tengo que decir que se la metí allí mismo, de tantas eran las ganas y la urgencia, con el cambio y el volante como incómodos testigos. Pero, aun desnudos y con los rabos chorreantes, nos lo montamos de nuevo descalzos sobre los indomables tojos de nuestros montes, y con mis manos apoyadas en el capó se tomó cumplida venganza de mi posesión primera. Me duele el culo. Dos polvos en una noche cálida pero cerrada del verano gallego, al fresco y la oscuridad de la maleza, en medio de un camino rural. ¿Habrá algo más genuino y auténtico? En mi éxtasis místico, creía ver pasar carros de vacas que mugían al acorde de mi cuerpo cimbreante golpeado por aquel noble y posesivo bruto, con mi estómago aplastado contra el coche. ¡Qué placer! La mañana nos despertó exhaustos, corridos, desnudos y fríos en el coche, pero felices. Y, realmente, con un paisano que tiraba de un carro de vacas, gritando para poder pasar por aquel camino que nosotros habíamos atascado. Tuve que dar la vuelta en el propio camino, conduciendo desnudo, y salir de allí avergonzado; aunque ambos muertos de risa, jajaja.

Sin embargo, cuando digo bruto, no me refiero a su forma de poseer lo que les apetece, sino literalmente a su extraño modo de hablar. Mi nutritivo amante del lugar, llama a los colegas, pibes y a las juergas, bolingas. Estos gallegos follan como todos, pero hablan raro, también. Te lo digo yo, que soy un experto. Esta noche vamos de bolinga, me dice, y ya sé que debo proveerme de condones. Chicos, pero es que yo no he venido aquí a buscar a un intelectual, la verdad, para eso ya tengo el blog, jajaja. Como decía aquel filósofo, que hablen ellos. Yo a follar, que se inventa mucho más.

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