sábado, 8 de agosto de 2009

AÑOS COMO SIGLOS

¿A vosotros no os ha pasado alguna vez con algo o alguien que después de un año ya no os produce la misma emoción que antes os producía? Concretamente hablo del año pasado, sin ir más lejos. Del tiempo que va de un verano a otro.

Los tíos que te gustaban el verano anterior este año están, en este nuevo verano, horrorosos o se han puesto gordos. Los sitios que antes me gustaban para tomar copas están pasados de moda. Las tiendas que el año pasado tenían aquellas bermudas tan molonas, este año está llena de vulgaridades. El autor de la novela que el verano pasado te apasionaba lo encuentras este año aburrido. El amigo que el año pasado te hacía tanta gracia, es en este un baboso que no hace más que sobarte. El ex que tenías el año pasado que parecía más listo que tú y había escogido mejor su carrera, este año ha suspendido cinco asignaturas, el muy burro. Incluso aquello de ir a patinar en bañador por el paseo marítimo te parece este año un poco cosa de críos. Y la tasca que antes te encantaba para tomar la tapa de tortilla…, bueno, esa sigue igual de buena, jajaja. La verdad es que las tapas de “La Bombilla” creo que son mi mejor referente del verano, a lo único que me puedo agarrar año tras año, pues nunca cambian.

Pues dejando aparte las cosas del comer, igual me pasa a mi con los artículos del tal Carlos Cay en “El País”, que bajo el título de "Me cago en mis viejos", el año pasado fueron la polla, un bombazo, lo más fresco, moderno y rompedor del verano, unos artículos escritos a la manera de post de un adolescente que se suponía ignorante, palurdo, ordinario, inoconoclasta, un poco guarrete, mal criado y sin vocabulario, fueron un boom, la caña. No te digo más que algunos pensaron que los escribía yo mismo, jajaja. Pues bien, el caso es que este año no lo trago. No puedo leerlo, no me los creo. Han perdido la gracia y la frescura, han perdido la originalidad y el factor sorpresa. El tal adolescente rebelde es este verano un pelma grandilocuente y posmoderno, un desarraigado social que va para diletante inconformista y que ahora se limita, en el colmo de la modernidad, a poner un taco de vez en cuando… Y es que ha resistido mal el paso del tiempo, ha envejecido mal en un año. Un año, que parece un siglo, en un adolescente graciosillo pesa como una losa, y este verano me parece un pesado inaguantable, lo siento. Desde aquí te lo digo, Carlos Cay, te has caído con todo el equipo.

Y, a todo esto, estoy pensando que yo llevo casi tres largos años ya escribiendo el mismo blog…

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