lunes, 13 de octubre de 2008

¡RUBIO!

Mi madre es especial, y especiales son sus teorías sobre cualquier cosa. Ayer me lo demostró una vez más.

Ya conté su manía por ir a saludar a todo cuanto famoso se encuentra por la calle; ya sea ayer mismo a Antonio Gaset, ese que hablaba de cine en la tele; como a Placido Domingo el otro día, al que besó las manos de emocionada que se puso. A todos se acerca siempre con su típica frase que no la compromete a nada: “me gusta mucho lo tuyo” les dice a todos, igual sea un futbolista, un novelista o un torero, sin posibilidad de meter la pata, claro; porque lo malo de mi madre es que todos los famosos le suenan de algo, pero nunca sabe ni sus nombres ni de qué los conoce realmente. Pero mi madre sostiene que a los famosos le encanta que los reconozcas y los saludes y les felicites. Yo no estoy tan seguro.

Pero ayer me sorprendió en el bar de la calle Ayala donde estuvimos tomando un aperitivo, una tasca famosa por sus riquísimas croquetas. Al camarero le llamaba constantemente “¡rubio, chist..., rubio!”. Claro, el caso es que dicho camarero era negro como un tizón y tenía un característico pelo azabache, pero se reía ampliamente de la ocurrencia de mi madre y siempre la atendía la primera del local. En un momento dado, el camarero pareció protestar un poco el hombre, cuando le dijo que señora que muy rubio no soy. Pero a mi madre no pareció eso afectarle, y le contestó que si no era rubio ahora, seguro que había sido rubio de pequeño; basándose, sin duda, en su propia experiencia, pues sus cuatro hijos, hoy morenos, fuimos efectivamente rubios de niños. Y el caso es que el camarero sonrió y asintió.

Entonces mi madre me explicó su teoría en la cual sostiene que todo el mundo en algún momento de su existencia o ha sido rubio o lo va a ser o quiere serlo. Que los rubios son rubios y los morenos o ya lo fueron o se van a teñir; y que las canas no son más que una rubíez exagerada y tardía. Y que por ello, ella llama rubio a todo el mundo aunque sea el más oscuro mulato llegado de Cuba, y a todos les gusta y le hace gracia y la atienden mejor. Y cuanto mas morenos son los aludidos más gracia parece hacerle. Es más, ella mantiene que la aspiración última de la humanidad es ser finalmente rubia. Pues vas de cachas y sin frenos, le dije yo; según Mendel el gen moreno es dominante y el rubio recesivo, y en una humanidad futura los rubios serán cada vez menos y lo que es más grave, de peor calidad. Entonces me preguntó que quién era ese Mendel, si ella lo conocía y si lo había saludado últimamente, mientras llamaba de nuevo “rubio” al camarero para pedirle otra ración de croquetas, distraídamente…

Avergonzado, me metí en la farmacia y me compré Farmatín. Ya os contaré.

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