lunes, 20 de octubre de 2008

MI ABUELA SE COMPRA UNOS LEGGINS

Mi abuela, la fantasma, está que no para; y no sé si está expresión es muy válida para un fantasma, la verdad. No sólo se ha apuntado a la universidad, sino que ahora quiere ir al gimnasio. Bueno, no solo eso; mi abuela quiere poner un gimnasio propio – con spa y todo - para fantasmas. Dice que ha tenido una idea genial.

Cuando le pregunto el por qué de la idea -que yo no lo veo tan claro, pensando egoístamente en qué clase de moneda pagarán los fantasmas- me ha dicho que desde que Garzón anda removiendo las tumbas de los caídos por la república hay un montón de fantasmas sueltos por ahí -“que necesitarán comer y hacer gimnasia” – me dijo cargada de razón. “Los fantasmas, como debes saber” - siguió diciendo, - “no son más que muertos mal enterrados o enterrados muy poquito o de aquella manera; tirados por cualquier sitio, vamos”. Y en eso tiene razón; el argumento es irrebatible. “Y ahora, como verás, están saliendo todos los fantasmas a la luz. Mira sin ir más lejos a Fraga, Del Cospedal y Rajoy”, terminó explicándome como ejemplos de fantasmas. Le tuve que dar la razón.

El caso es que me ha hecho llevarla al Decathlon a comprar unos leggins. Bueno a ella le haría falta el Marathon mas bien; pues en Decathlon fue una odisea encontrar unos de su talla. Haber leggins había y allí quedaron todos. Eso sí, todos estirados y descosidos. Yo creo que Decathlon después de nuestra visita ha tenido que cerrar para hacer inventario. Cuándo le pregunté si va a ir de leggins al gimnasio, mi abuela me respondió: “Pero que hortera eres, Iago querido, ¿cómo voy a ir de leggins al gimnasio? Yo al gimnasio quiero ir de pantaloncito corto como va todo el mundo”.

Al oírme llamar hortera, yo que soy tan sentido, volví al ataque; y le pregunté para qué los quería entonces. Y me contestó que ella era de Ferrol y eso marcaba, que ella no iba a ir al médico a hacerse la prueba de esfuerzo con todas las carnes desparramadas y las celulitis a la vista. Que ella iba a ir con los leggins, zapato de tacón y camiseta haciendo juego. -“Yo soy de Ferrol, y las de Ferrol vamos propias a todas partes, ¡y de peluquería!”, - añadió tajante, y ahora entiendo porque soy yo tan elegante.

En fin; compadezco al pobre médico cuando vea “aparecer” una abuela fantasma en leggins y de permanente, con zapatos de tacón de aguja, a hacerse la prueba de esfuerzo. Creo firmemente que el que va a palmar del corazón será él.

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