sábado, 30 de junio de 2007

SOBRE GUSTOS NO HAY NADA ESCRITO (EN MI BLOG, CLARO)

Hoy me he dado cuenta de algo que puede afectar a toda mi vida futura o al menos a los próximos años o tal vez al próximo cuarto de hora. Me he dado cuenta como me gustan los pibes. Y me gustan bajitos.

Esos bajitos recortaditos pero bien hechecitos, de esos que parecen un llavero pero que están macizorritos, tirando casi a gorditos... Esos que llenan el vaquero con un tremendo culito que van moviendo así, pon…., pon…. pon…. pon, cacha pa arriba, cacha pa abajo. Bueno, ya digo, me gustan hoy porque vi por la calle a uno así. Todo mono él, rubito (teñido, rubio teñido pero le quedaba bien), con su camiseta de tirantes de camionero y sus gafas “ranglan” (como decía el otro), y con su chanclitas que dejaban ver unos deditos todos gordezuelos como los de un bebé. ¡Me encantó!

Tanto me gustó que lo seguí desde la Puerta del Sol a Callao; fui detrás, sigilosamente, mirándo aquel culo que a mí me quedaba a la altura de las rodillas y eso que yo no soy alto. En un momento dado se volvió y se dio cuenta de mi persecución y ya no dejó de darse la vuelta de vez en cuando, supongo que flipando con mi admiración. El caso es que él lo notó, ya digo, y en el semáforo del cine Capitol (creo que se llama) me esperó y nos estuvimos mirando descaradamente, ajenos al intenso tráfico del mediodía, a ver quién daba el primer paso. Pero entonces pude percibir que en uno de sus bolsillos con vistas al culo tenía un plano-guía de Madrid y comprendí que era un giri. Y claro, a mi se me dan fatal los idiomas; yo soy un actual polisemántico; hablo ocho idiomas, pero por señas.

Entonces no era cuestión de hacerle entender a un guiri por muy bajito que sea y a mi ahora me gusten los bajitos (sin contar que no se durante cuánto tiempo me durará este gusto), que lo que yo quería es follar con él aunque fuera sin amor; y todo ello por señas; teniendo en cuenta la cantidad de gente que hay a esas horas por la Gran vía.

Así que mirándonos, mirándonos, mi nuevo amor bajito se metió en Nike, siguiendo el viejo truco de entrar en un comercio para ligar; pero yo me fui al metro porque aunque ya era la hora de comer, todavía no me ha llegado la hora de comerme a un guiri por señas, por muy bajito que sea.

¡Temblad, temblad, bajitos!

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