domingo, 17 de junio de 2007

TRILOGÍA DE AIGO II. EL FUTURO

“Son las siete de la mañana del dos de junio de dos mil diecisiete. Luce el sol en Madrid y la temperatura alcanzará los 35 grados…”

Iago se levantó de aquella inmensa cama matrimonial, mirando a su pareja, dispuesto a comenzar el rito diario. El rito que escenificaba la mentira de su vida, el último acto de una representación diaria que se repetía invariablemente uno y otro día. Abrió la ventana un poco para recibir en su cara el frescor de las siempre frías mañanas madrileñas mientras pensaba que lo que él querría era abrirla de par en par para gritar a todo el mundo que era un mentiroso y un farsante.

Él, que se había convertido en un periodista de éxito, referente de la vida social y política del país, que defendía la verdad por encima de todo; vivía una farsa que le consumía por dentro. Mientras se enfundaba el traje azul de Armani que le daba ese toque elegante que tanto había contribuido a que fuera elegido como el presentador de las noticias del canal de televisión más popular, pensó que aquella ropa no era más que un envoltorio que le servía para camuflar el fracaso de tu propia vida.

Y mientras con sus palabras siempre acertadas, con su incansable búsqueda de la verdad, con su siempre creíble discurso, era capaz de mandar al infierno a cualquier político indecente que mintiera a sus electores; él vivía en ese mismo infierno lleno de falsedades que le quemaba diariamente. Se puso la corbata de Versace, sintiendo que ese nudo ahogaba toda su ansia de libertad y felicidad y que no era sino una especie de soga con la que había colgado su verdadera vida, vida que había desperdiciado ya para siempre.

Afeitado y limpio, en un último acto de su ritual diario, se acercó a aquella mujer engañada que permanecía en su cama mientras le susurraba, como todos los días un “cariño, no me esperes para comer que tengo una comida de trabajo” mientras pensaba si hoy estaría también en el restaurante aquel jovencito que ayer le miraba tanto con unos ojos llenos de promesas de verdadero amor, que escribía un blog lleno de ilusiones como las que él tuvo algún día.

“ … la humedad relativa de la atmósfera es del 35% y hay un 15% de polen en el aire. Como todos los días, le contamos la verdad de lo que ocurre ahí fuera.”

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