miércoles, 6 de junio de 2007

MOVIL

Algunos me acusan de publicar muchos post, pero es que me he dado cuenta de que no vale de nada tener post de reserva (y yo algunos findes escribo diez o doce) porque pierden actualidad y vigencia. Yo tenía este post preparado desde hace tiempo, esperando un momento para colgarlo y ayer se me adelantó “El País”. Hoy me ha pasado otra cosa parecida con otro post que tengo en “la reserva” ¿me espían? Bueno, ahí va.

Y hoy os jodéis pero os voy a hacer la crónica, porque empiezo a tener fama de blogero intrascendente y eso; y a mi me jode, porque yo intento ser culto y escribir bien ¡que cojones!, que ser culto no cuesta una mierda ¡coño! Ya me olvidé haceros la crónica de la obra anterior “Marat Sade” que me encantó (a pesar de que Fernando Tejero estaba penoso) y que aún se puede ver en Barcelona. ¡No os la perdáis!

Fui al teatro, ya digo, porque yo pertenezco a una peña que capitaneados por el profe de lite del insti del año pasado vamos al menos dos veces al mes en un grupo de más de cien personas (alumnos y exalumnos) a mitad de precio; que al precio que está el jodido teatro no es moco de pavo. Y a ver, ¿Qué levanten la mano cuántos de aquí van al teatro dos veces al mes?

Fuimos al María Guerrero a ver una obra moderna que se llama “Móvil” de Sergio Belbel, dirigida por Miguel Narros. Y a ver, ¿qué levanten la mano o ya es igual en este punto pero que levanten algo todos los que hayan ido alguna vez al Maria Guerrero? Bueno, pues a partir de ahora menos coñitas con eso de que Iago es un inculto, ya aviso.

El caso es que la obra en cuestión está bien, cualquiera puede suponer ya con leer el título de qué va la cosa. De la incomunicación de la sociedad moderna a pesar de la tecnología y tal, del uso y abuso que hacemos del móvil. Bueno, eso ya lo había escrito yo en un post, no es por nada, tampoco hacía falta una obra de teatro de dos horas. Pero el problema no es ese, creo yo; el problema es que quiere tocar demasiadas cosas aparte de la incomunicación: terrorismo, malos tratos, luchas generacionales, etc… de todo un poco.

Y el caso es que, a pesar de todo, la obra se deja ver y entretiene las casi dos horas que dura la función. Todo ello, quizás, apoyado en un magnífico (y algo morboso) cuarteto de actores: María Barranco que está guapísima y ¡tiene un tipazo! (María si me estás leyendo que sepas que yo soy gay, pero si no lo fuera y me gustaran las mujeres maduras ¡que tienes un polvazo!). Trabaja también Nuria González, si, aquella que presentaba un concurso que fulminaba a los concursantes y les llamaba de todo menos bonito ¿sabes? Pues esa. Y trabaja genial, pero cuando me miraba – yo estaba en la tercera fila- pensaba que iba a desaparecer fundido en la butaca.

Trabaja también María San José (y aquí está el morbo, pues es la hija de Víctor Manuel y Ana Belén). La niña sale bastante airosa del papel en la obra y me parece que tiene mucho futuro. ¡Enhorabuena a ti y a tus papis! Y trabaja también en el único personaje masculino un chico que se llama Raúl Prieto, y que esta semana te contempla desde las páginas de la revista Shangay ¿por qué? pues porque en esta revista gay no son tontos y se han dado cuenta de cómo está el maromo en cuestión, que para recreo de los ojos se desnuda en el escenario. No se si lo recordareis de la peli “La fiesta” o de la serie de televisión “Amar en tiempos revueltos”. Raúl, además de actor, es periodista aunque dice que nunca le gustó esa profesión.

La verdad es que la función a mi me hizo pensar, porque yo tengo que reconocer que si pasa media hora sin una llamada de alguien o un sms me siento solo en el mundo, perdido y sin nadie que me quiera. Debo estar ya un poco paranoico.

Si además después de la función te vas a un bar de bocadillos que hay justo al lado, en la calle Almirante, puedes verlos cenar a todos y tomarte unas cañitas con todos los miembros de la compañía. Tú satisfaces tu cuota de mitomanía y si les pides un autógrafo los haces también a ellos felices, que en eso consiste la fama….en firmar autógrafos. Y no insistas que yo no te firmo nada, saca de ahí ¡hombre ya!

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