viernes, 24 de julio de 2009

LOS AQUOPOLITANITAS

Este mundo no deja de sorprenderme. Cuando parece – y digo que solo parece-, que el hombre ha puesto el pie en la luna, de vez en cuando aparece una tribu ignota y primitiva que vive en la más absoluta de las ignorancias. Pues bien, no hace falta viajar hasta la Patagonia para hacer un descubrimiento como ese. Aquí mismo, en Moncloa sin ir mas lejos, he descubierto yo una nueva tribu de la que la civilización no tenía ni repajolera idea. Se trata de los aquopolitanitas.

Esta tribu se caracteriza por pasar el invierno hibernando o en sus institutos. Pero cuando llegan las vacaciones de verano, salen de sus guaridas y se van a vivir debajo del agua a 30 Km., concretamente en el Aquopolis de Villanueva de la Cañada, creado al efecto. Los aquopolitanitas, como su nombre indica, viven en el agua y viajan todos juntos. Se caracterizan por llevar unos extraños y floridos pantalones por la rodilla de ciertas marcas, aunque sean de marcadillo. Llevan además chanclas esclavas pero las mas grandes que encuentran y una camiseta corta o de su hermano aquopolitanita pequeño. Que los tienen. Igualmente llevan un pendiente en la oreja tipo brillante, y un pircing en el labio y, los más audaces de los machos dominantes, llevan otro pircin en una ceja. A menudo los aquapolitanitas llevan un extraño atavío que, para los no iniciados podrían hacer pasar por visera, pero su colocación en la cabeza –que parece que la usan para lo mismo que nosotros, para pensar- adopta las posturas más imposibles y, por qué no decirlo, ridículamente inútiles. Ellas lucen mínimas camisetas de tirantes y minifalda que deja entrever “la tanga”. Todos ellos llevan, ansioso de irse a sumergir a su nueva vida, una toalla de baño, no sé muy bien para qué. Parece que para ese mundo al que van no hace falta mucho más, ni papel higiénico ni nada. Bueno, a veces portan grasientos bocadillos y unos ruidosos aparatos que algunos llaman “loros” y que emiten una extraña e hipnótica musiquilla. Igualmente muchos lucen tatuajes. Algo tribal.

Pero lo que de verdad caracteriza a esta extraña y desconocida tribu es su puta manía de subirse todos los días por las mañanas, entre las 10:00 y las 12:00 horas, en el autobús 627 en el intercambiador de Moncloa, y que no les valga el abono transporte que llevan y nunca tengan suelto para pagar el billete al puto conductor y se pasen una hora echando cuentas y discutiendo, mientras el resto de la cola se muere de calor. ¡Dios! es que todavía quedan por el mundo una de tribus ignorantes e incivilizadas...

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