martes, 30 de junio de 2009

DE LAS OBRAS Y SU EJECUCIÓN

Una cosa es tener ideas y otras ponerlas en práctica. Una cosa es pensar una obra y otra muy distinta es vigilar su ejecución. Una cosa es estar estudiando, y otra estar en casa de vacaciones, -para mis padres,- “sin hacer nada en todo el día”. Entonces, cuando saben que estoy yo en casa disponible, se les ocurren las ideas de arreglar cosas. En una semana, he tenido que atender a unos fontaneros para poner una mampara, unos instaladores para poner aire acondicionado, y unos electricistas para poner una nueva antena. De entrada, tengo que decir que esa vieja historia de que los que vienen a tu casa a arreglarte “algo” están buenos, es un mito.

Luego que a mi no me gustan las obras, la verdad. Y estar mirando como las hacen otros menos – no sé en que me voy a entretener cuando me jubile, que todos están en las obras mirando a ver cuando encienden los pitillos los obreros, jajaja-. El caso es que mi padre tiene las ideas y llama a los que tienen que hacerlas, pero luego se desentiende hasta la hora de pagar. Pero la marujatorres es perfeccionista y es la que podíamos llamar “inspectora de obras publicas” o más bien privadas. Cuando llega a casa se ponen a inspeccionar detenidamente todo lo que hicieron los obreros y siempre con su ojo crítico, le encuentra alguna pega. Que si la canaleta no va derecha, que si la antena se nos va a caer un día porque no está bien sujeta, y que la mampara tiene mas silicona que las tetas de la obregón, pero peor distribuida.

Entonces mi madre se revuelve contra mi padre por haber “inventado” esas obras. Y mi padre desesperado, ¿contra quién crees que se rebota? Pues conmigo, claro: que si no estuviste atento, que si no ves que todo está lleno de polvo, que si tenías que decir que pusieran la canaleta derecha… y todo así; y, lo que más me jode, que si no hago nada en todo el día, ahora que estás de vacaciones. Claro, como si llevar cuatro blogs, dormir, bañarme en la piscina, leer mi libro y el periódico, chatear, lavar el coche, y hacerme mis tres buenas pajas diarias no fuera nada. ¡Joder, si ya estoy agotado de sólo escribirlo! Voy a estar yo en casa vigilando como unos obreros ponen la puta silicona todo el día, como si no tuviera nada mejor que hacer, jajaja. Menos mal que no llega la sangre al río, y a los tres días, la verdad, se quedan encantados de lo que hicieron y lo listos que fueron, lo bien que quedó la mampara, lo bien que se está con el aire acondicionado, y … bueno, la misma mierda de siempre en la tele digital. Yo me trago los marrones, pero luego el éxito es suyo. Pues hoy espero a unos pintores.

No, sí ya lo digo yo siempre: “Vacaciones..., ¡los cojones! es mejor la facultad”. Bezos.

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