viernes, 4 de mayo de 2007

ELOGIO DEL CAMPO (Por un botarate)

Yo es que la ciudad no puedo con ella… Todo lleno de gente que hay que ver de donde habrá salido tanta gente, a pie y en coche, gente por todas partes; todo el día gritando, lleno de edificios feos, que hay que ver que de edificios hay feos. La ciudad es gris, llena de humos, falta de humanidad…. Y esas discotecas con unas luces y unos ritmos infernales, bebiendo garrafón que te quema el esófago…. ¡que asco!

Nada como la vida del campo, relajada, tranquila, con su aire puro, los animales, que como decía Feliciano Teixeiro, ese tuberculoso, cuanto más conozco a los humanos… ¿Cómo no me va a gustar a mí la naturaleza que soy surfeiro?

A ver, tan fácil es defender el campo como la ciudad. A mi me encanta el campito, de hecho mi post anterior lo escribí después de un día de marcha por toda la provincia de Segovia que llegué muerto a casa, rendido, con los pies destrozados. ¿Esto es un blog no? Aquí se cuenta el día a día, no se hace filosofía (barata para más INRI, añado).

Amigo mío, si llegas a este blog por primera vez, llamado por el numero de visitas o por cierta, injusta pero inmerecida, fama de mi blog, y no tienes ganas de leer todos mis post anteriores para conocerme un poco, debes saber que soy un pequeño botarate al que no hay que hacer mucho caso, un caso perdida de frivolidad, un impresentable.

A mi me gustaría ser de otra manera, claro. Me gustaría saber en que debo creer, tener unos conocimiento ciertos y claro, unos puntos de referencia a los que agarrarme, me gustaría tener pasión por algo, aunque fuera por la, pongamos, filatelia; pero desgraciadamente no los tengo. Solo creo que no creo en nada. Así que no me tomes muy en serio, yo no lo hago.

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