Ayer vino a comer el novio de mi hermana; un andaluz guapísimo y saladísimo, que yo querría para mi si no fuera mi futuro cuñado. Han empezado a hablar de boda. Y por otro lado, mi abuela fantasma se ha echado un novio, estoy seguro. Ella dice que se ha apuntado a clases de tai-chi, pero la cara de felicidad que tiene no es del tai-chi; y lo se yo por experiencia, que hice capoeira.Todas las tardes deja la mecedora donde calceta delante del televisor y desaparece un par de horitas (claro que decir que desaparece un fantasma no es precisamente ningún eufemismo). Y cuando vuelve tiene un brillo especial en sus ojitos azules propio del que viene de hacer el amor. Ese brillo que da el estar bien follado.
Además el otro día me dijo que yo lo que tenía que hacer era menos estudiar y salir más; ir mas con “amiguitos” – me dijo, lo que me llevo a pensar una vez más que mi abuela sabe “lo mío” – y que “lo que han de comerse los gusanos…” pero para ella esto último resulta fácil decirlo.
El otro día que se fueron mis padres me hizo jugar con ella al escondite. Mi abuela siempre fue muy juguetona y antes de morirse, cada vez que mis padres se iban de casa, nos hacíamos un “Flan de huevo y leche el chino mandarín” que nos comíamos entero entre los dos y jugábamos al parchís. Siempre me ganaba y me dejaba sin paga semanal. Menos mal que luego me lo compensaba ella con creces, pero en el juego me hacía trampas y eso me hacía rabiar, cuando me comía una ficha contaba cuarenta en vez de veinte y cosas así.
El caso es que jugando al escondite se me quedó perdida en un armario durante horas y yo lo pasé fatal. Ahora entiendo porque los fantasmas de antes arrastraban una pesada y sonora cadena; no era para expiar alguna tenebrosa culpa ni para asustar a los habitantes de una lúgubre mansión, era para que los viejos fantasmas familiares no se nos queden encerrados en los armarios.
Mi hermana se casa y eso aumentará la familia. Pero yo ahora estoy preocupado por si mi abuela, enamorada, decide meternos otro fantasma en casa.
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