martes, 1 de mayo de 2007

ADAPTABILIDAD

Yo creo que soy adaptable, no moldeable, adaptable. Me gusta adaptarme a las circunstancias, algo así como los animales se adaptan al medio; pues yo me adapto a cada persona o momento: Así puedo hablar igual con un alto cargo educativo (léase rector) como con el más sencillo campesino; algunos le llamarían educación; otros cinismo. Pero a mi me gusta pensar que soy adaptable y así voy tan contento por la vida.

Si hay que beber, bebo; si hay que estar simpático, el que más; si hay que poner cara de circunstancias, la pongo; y si hay que parecer agudo e inteligente en el blog, pues… ¡ah! no, esto no tenía que contarlo.

Mi madre cuenta una historia coruñesa que ilustra perfectamente lo que quiero decir; una historia que a mí me ha servido siempre como punto de referencia. Ahí va:

Una nueva rica encargó a un conocido pero pobre pintor un retrato de su fea hija. Esta tenía un rostro inexpresivo y sin aristas coronado con una plana melena de cristo viejo. El pintor desesperado por ganarse un dinerito no se le ocurrió mejor idea para darle importancia al cuadro que ponerle a la fea moza una espléndida cabellera rizada que llenaba la pintura.


Cuando la madre y la hija fueron a ver el cuadro, la madre pareció satisfecha del encargo y soltó la frase que me sirve a mi como coartada a mi adaptabilidad: “Bueno, el cuadro está muy bien –dijo- aunque mi hija no tiene el pelo rizado; pero si hay que rizarlo, se riza”

Así que siempre que tengo que adaptarme a alguna circunstancia y comulgar con ruedas de molino, yo me adapto y viene a mi mente esa frase mágica que me anima y me reconforta: “Iago, si hay que rizarlo, se riza”. Probad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario