lunes, 14 de mayo de 2007

ELECCIONES (A Gazpatxito)

A mi buen amigo Gazpatxo,
del que decir no tengo empacho,
que aunque en su blog cultive el champiñón,
a mi leerlo me gusta un … webo.


Hemos tenido que declarar mi casa “Zona libre de humos y alcohol”. La decisión nos ha costado mucho, pero no teníamos más remedio.

Aunque no fumamos, mi padre empezó a notar que los cigarrillos de la caja de invitados bajaban sospechosamente, igual que el whisky y las demás bebidas. No sabíamos a quién achacárselo y pensamos en la asistenta, claro. Al descubrir algunos agujeros de quemaduras de cigarro en las cortinas y en las sábanas tuvimos miedo de perecer quemados en un incendio provocado por una asistenta borracha ¿a qué acojona? Vale, hemos sido prepotentes e injustos y al final se ha descubierto que no era ella (desde aquí te pedimos humildemente perdón, Carmiña); pero ahora tendremos que encontrar el motivo por el cual tira el agua de los cubos de fregar por todo el suelo sin acertar nunca en la taza del water.

Finalmente descubrimos, instalando unas sofisticadas cámaras de infrarrojos conectadas al PC, que la que atacaba a la pitillera y al mueble bar era mi abuela, la fantasma. Claro, a nadie le gusta que su abuela fantasma se pasee por toda la casa con una copa de cubata en una mano y un pitillo encendido en la otra mano, aunque no arrastre cadenas. La cosa asusta bastante.

Así que mi pobre padre, aprovechando que hay elecciones, tuvo que sentarse con mi abuela y explicarle que habían prohibido también el botellón dentro de las casas y que el fumar era perjudicial no solo para la salud del que fuma (y aquí mi abuela puso cara de escéptica) sino que era también muy insano para los fumadores pasivos (y mi abuela miró para mi no me digáis por qué y me guiñó el ojo al oír la palabra pasivo). Mi padre le dijo que entraba dentro de lo tolerable que montara desfiles de moda con las últimas novedades para fantasmas e incluso que jugara al poker con otros fantasmas de familias conocidas de la urbanización; pero que el fumar y el beber se tenían que acabar. Que así no duraría mucho tiempo (más) y tendría mucha peor calidad de vida (aquí mi abuela ya se tiraba por los suelos de risa) y que con eso lo único que conseguiría es bajar la esperanza de vida (y mi abuela ya totalmente descojonada) y que podía terminar sus últimos días más muerta que viva. ¡Vamos, en este punto ya estábamos toda la familia aplaudiendo a mi padre por su clarividencia!

Mi abuela no protestó mucho, aunque dijo que si lo llega a saber se queda tan ricamente en su cementerio, que allí casi tenía más libertad - y mejores vistas, añadió- y que estaría muerta, eso sí, pero que hacía lo que le daba la gana, que no sabía si marcharse a un asilo donde dejaran beber y fumar “en paz” – dijo - y que la culpa de todo la tenía Zapatero. Esta cantinela la dice siempre venga a cuento o no, pero es que la pobre dice que últimamente hay mucha crispación en el otro mundo.

Así que, aunque a una fantasma no hay que hacerle mucho caso, pienso yo que el otro mundo no debe ser muy distinto a este después de todo, y menos en época de elecciones.

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