jueves, 29 de octubre de 2009

¡ROMÁNTICOS DE LOS COJONES!

A mí me hace mucha gracia que por aquí hay mucho romántico… ¡Románticos, por los cojones!. De esos que se la cogen con papel de fumar, vamos. Los blogs están llenos de románticos y la misma historia de la literatura está llena de románticos. Todos los poetas eran medio románticos… Y la mayoría hablaron del amor. Pues que pobres. Hacer poesía del follar solo la hago yo, que se sepa. Bueno, yo y mi grupo de “Poetas Sobrevenidos”.

Curiosamente, para follar hay un montón de palabras sinónimas: joder, meter, empujar, coger en América, y hasta la rotunda fornicar. ¿Cuantas hay para el amor? El amor solo se llama amor, ni siquiera tiene verbo propio. Bueno, si, el verbo amar, pero es muy general. Se ama a un novio, claro; pero también a tus padres, a tus dioses y hasta a tus perros y mascotas. Pero para expresar claramente lo que quieres decir hay que recurrir a “hacer el amor” ¡Una perífrasis! ¿Esto es romántico? Voy a hacer la colada, voy a hacer la comida y luego voy a hacer el amor. Pues chico, eres un romántico muy hacendoso…, ¡no te digo!

Y ya no digo nada de los besos. Todo el mundo habla de ellos como suprema demostración del amor. Pero solo tienen un nombre: Beso. Porque lo de “comer la boca” queda como muy ordinario y pelín antropófago. Y un solo verbo: besar. ¿Pobre también, no? Ni siquiera tiene nombre su estudio, no hay una “Besística”. Y tampoco tiene nombre su ejecución, como existe, volviendo al tema, “Fornicación”. Podíamos decir “Besacción”, pero ¡por dios!, suena como si te trepanaran el amor con una succionadora. Y a uno que folla mucho se le llama follador que suena enérgico y viril; pero a uno que besa mucho, ¿cómo se le llama? Besucón, ¡Es patético! ¿Dónde quedan ahora aquellos poetas del amor, que ni siquiera fueron capaces de crear un lenguaje propio? Tuberculosos que eran todos...

Y lo que es peor. No hay una clasificación de los besos o un estudio didáctico serio. Nadie te enseña a besar, y tienes que aprender a meter la lengua sobre la marcha. No hay un Kama Sutra de los besos, que yo sepa. Nada.

Por ejemplo, a mi –soy evidentemente el ejemplo que me quedo más a mano-, os voy a contar como me gusta besarme con mi chico. Esto es una primicia, ¡eh! A mi me gusta que mi chico se tumbe en campo, pongamos del Retiro, con el culo en la hierba y la cabeza hacia el cielo, y con los pies mirando, pongamos igualmente, al norte. Yo no me sitúo encima, ni en paralelo. A mi me gusta ponerme a continuación; es decir, prolongando su cuerpo con el mío propio, con mis pies mirando al sur; pero con el culo hacia arriba. De tal manera que nuestras cabezas están invertidas y solo estamos unidos por la cara. Es una postura original, ¿te has fijado que feos somos con la cara al revés? Parecemos extraterrestres. Entonces, así situados, mi lengua penetra en su boca y examina y escudriña su boca invertida, tropezando con su paladar superior; explorando regiones que al derecho no encuentro normalmente. Y su lengua al entrar en mi boca, coincide con la parte inferior de mi propia lengua, una zona que yo tengo muy sensible. Esto es lo que tendríamos que llamar un 69 besístico o el Beso 69, al no tener los besos apellidos. No sé. No existe esa clasificación para los besos, ya digo. ¿Y si le llamo a eso “bezo”? Ah, no, no… que entonces querría decir que os he metido la lengua por el paladar a media blogosfera. Y tampoco es eso, ¡que yo soy de los románticos! No me acordaba, jajaja.

Bezos (de los de siempre).

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