martes, 13 de enero de 2009

INTERMEDIACIÓN FAMILIAR

El domingo fui al Carrefour con mis viejos: “el militar” y la “marujatorres”. Que ya hay que tener valor para hacerme ir el domingo por la mañana al Carrefour. El caso es que lo pasé muy bien porque yo iba de asesor técnico.

Mis viejos querían comprarse un ratón, una memoria flash para que mi madre guarde copia de seguridad de sus recetas de cocina, que ya ves tú. Pero es que ya las perdió todas una vez y tuvimos que volver a las pizzas y la comida preparada, jajaja. Y también iban a retirar uno de esos cachivaches que te venden “supuestamente” más baratos juntando unos cutre-cupones del periódico. En este caso se trataba de una televisión-dvd-tdt portátil y con batería “para poder ver la tele en cualquier parte del mundo” como si te fueras a ir de viaje con la puta tele de aquí para allá (para luego acabar durmiendo en Barajas, claro, jajaaj). La verdad es que es una tele de 9 pulgadas que hay que usar una lupa para verla, y además tienes que tener una toma de antena como cualquier tele que se precie. Total que no valía para nada, salvo que quieras ver una peli en el coche. Pero en casa ya no vamos así en plan toda la familia en el mismo coche con los pekes detrás. Mi hermana la más pequeña tiene ya 18 años y no creas que quiere ir en el asiento trasero viendo “Cenicienta”; prefiere ir hablando con el móvil con sus amigas y novios, en todo caso. Y mis perras menos, que mis perras son muy listas y ya van a ir cualquier día de estos a la universidad.

El caso es que en casa ya no tenemos ninguna toma libre de antena, que todos las tenemos conectadas a alguna tele; y comprar otro cachivache era una tontería de 99,90 euros. Lo que fue coñero y valió la pena fue la discusión entre el militar y la marujatorres. Cuando mi padre quería cogerla mi madre decía que para qué la querían; y cuando mi padre se desanimaba mi madre le decía que era una pena dejarla allí. Finalmente mi padre cedió y la compró, entonces mi madre le dijo que pensándolo bien, no le veía ninguna utilidad. Así que a los cinco minutos mi padre estaba descambiando (como dicen en Madrid, que me hace mucha gracia, jajaja) el susodicho aparato. Cuándo ya le habían devuelto el dinero, mi madre soltó que, bueno, que total se la podíamos regalar a tu madre… Mi padre ya se subía por las paredes y yo descojonao. El caso es que fue divertido ver las tribulaciones de ambos sin saber que determinación tomar. Si la compraban sentían que tiraban el dinero, pero si la dejaban se quedaban con una sensación de que perdían una ganga y que eran idiotas. Y yo en el medio, partiéndome el culo de risa. Eso es lo que yo llamo intermediación familiar: estar en el medio, no decantarse por ninguno y dar por culo a partes iguales, jajaja.

Me sentí un poco mal, la verdad por reírme de mis viejos y sus tribulaciones, porque mis viejos son buena gente. Algún día contaré su bella historia de amor. Mi padre es militroncho pero es demócrata, que ya es algo. Mi madre es profe. Y es muy progre, aunque guapa y vestida de pija y se apunta a todas las modas. El caso es que su noviazgo parecía condenado al fracaso por venir de dos familias de muy distinta ideología, pero ellos se empeñaron en sacar su amor adelante y además fructificaron su matrimonio con cuatro hijos. El fantasma de mi abuela llegó más tarde, y cuando ya estábamos instalados en Madrid, pensando que nos habíamos desecho (*) de ella. Y ahora estamos todos juntos y tan felices que somos. Temo el momento que mis hermanas se vayan casando y marchando fuera de casa.

La verdad es que yo no tengo queja de mi familia. A pesar de ser muchos nos llevábamos muy bien y no tenemos problemas de organización dentro del caos en que vivimos. Solamente el hecho de ocultar mi identidad sexual me trastorna un poco. Pero supongo que poco a poco se irán dando cuenta, pues a mis veinte años, estando medianamente potable, que solo haya tenido una novia de verano es un poco sospechoso, supongo; y otro día contaré la historia de mi primera y única novia. Pero lo sepan o no –y esto ya lo hemos hablado muchas veces en mi blog-, yo no tengo ganas de decírselo. Pues ya está.

(*) Ver comentario de Ángel.

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