jueves, 29 de enero de 2009

HIPOCONDRÍA PARCIAL EPIDÉRMICA AGUDA

Yo padezco una hipocondría aguda, pero parcial. No es que sea de los que corren al médico por cualquier síntoma; no. Más bien, al revés. Creo que los médicos no tienen ni puta idea de nada, y si les enseñan en sus facultades lo mismo que en la de periodismo o en la de derecho, por poner un ejemplo, vamos todos de culo (y esto no lo digo por tener actualmente un pretendiente médico y activo, jajaja). El mejor amigo de “el militar” es un médico, y cuando estamos malos en casa viene a vernos y, la mayoría de las veces, ya trae en el bolsillo la medicina que debemos tomar, aún antes de examinarnos. Eso es raro, ¿no?

Mi abuela siempre dice que todas sus amigas que van a sacarse las verrugas palman de cáncer. Ella dice que no tienen nada, pero cuando el medico les “escarabella” por allí, por la verruga, les acaba produciendo ese cáncer fatal que, irremediablemente, las lleva a la tumba. Mi abuela siempre dice que “lo mejor es estar sano”. Claro que mi abuela es un fantasma y no hay que hacerle mucho caso, ella ya no tiene verrugas, bueno ni nada.

En fin, quiero decir con esto que yo no corro a colapsar las urgencias por un resfriado ni voy al médico aunque me duela la espalda. Lo que a mi me preocupa siempre mucho es la piel. Soy hipocondríaco de la piel. Si me veo un granito o una pequeña rojez ya estoy de los nervios, pensando si tendré ese cáncer que dice mi abuela. Vamos, y si el grano es en la nariz, ya ni te cuento, no salgo a la calle. En cuanto tengo la más mínima cosa en la piel, me paso todo el rato mirándolo y pensando que será o qué me lo ha podido producir. Y no sé el por qué de este terror. O sí lo sé.

Parece que yo de pequeño era monísimo. Una preciosidad de bebé. Todas las amigas que vienen a casa lo dicen. Y lo dicen de una manera que ya casi me parece mal. Cada vez que me ven, sueltan, “¡ah!, este es tu hijo Iago, el que era tan mono de pequeño”. Y en ese “era” creo notar siempre un toque de decepción. Mi madre dice que era al bebé más lindo que ha visto jamás. Pero claro, es mi madre. Lo que pasa es que ella me contó una vez – nunca debió hacerlo- que, aunque bellísimo, de bebé nací con un pequeño eczema en la cara; eczema que me duró unos días. Pero eso me produjo un shock, supongo, cuando me enteré. Y ahora ando acojonao.

Claro, tener esta preocupación siendo delantero centro de un equipo de fútbol es un problema, no te lo voy a ocultar. Y un delantero centro bastante atractivo al que todos los gañanes de los equipos contrarios quieren dejar cojo o impotente, o lo que es peor, joderle la piel. ¡Me tienen manía! Pero también, a veces, mi hipocondría parcial epidérmica aguda me trae enemistades con mis propios compañeros, para que te voy a engañar. Pues no son pocas las veces, que lanzándome un espléndido pase por alto de la pelota, que con un buen salto de cabeza terminaría en un gol de bandera, me pilla agachado con las medias bajadas, mirándome alguna rojez en las piernas por una brutal patada de la defensa contraria, con lo cual la pifia es monumental. Claro, y luego vienen los improperios: “Iago, que no te enteras, ¡joder!” o “Iago, ¡salta coño!” ¡Qué quieren! Explícale tú a un equipo de futbol con 10 héteros dentro (yo no me cuento, jajaja) que soy hipocondríaco parcial epidérmico agudo y que lo primero es mi piel. Seguro que lo primero que piensan es que soy maricón, jajaja. Pero primero son mis piernas que un gol, lo siento. A mi un gol de más o de menos me la chupa. Y así, siempre perdemos muchos partidos; por mi hipocondría, no por otra cosa.

Perdemos, pero eso si, mis piernas impecables, y mi piel hidratada y sin una rojez, que si no me da un ataque de nervios. Y la salud es lo primero y, como bien dice mi abuela, ¡lo mejor es estar sano! Bezos.

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