jueves, 20 de septiembre de 2007

YO NO SOY YO

"Todo ha ido según lo esperado" Fue lo primero que oyó John al despertarse.

Hacía tiempo que la Medicina había logrado realizar aquella operación. Poco después del año 2050 empezó a no hacer falta la cirugía para todas aquellas malformaciones corporales que la ingeniería genética había evitado; desde luego nadie tenía que pasar por quirófano para retocarse la nariz, quitarse la papada o el michelín que crecía en la cintura, o retirar la grasa bajo los párpado de los ojos. Todos esos pequeños detalles se elegían ahora en el momento de la concepción. La gente era esbelta o rubia o tenía los ojos azules a la carta. Se podía elegir la estatura, el peso, e incluso la textura de la piel. Todo era genéticamente manipulable.

La cirugía ahora iba por otro camino, se implantaban bits de memoria, chips para mejorar la simpatía, o módulos de felicidad. Hacía tiempo que se habían localizado todas las funciones sensoriales y emocionales en el cerebro humano y resultaba relativamente fácil su manipulación mediante delicadas operaciones con rayo láser.

Y la operación estrella. La operación que John se estaba planteando: la extirpación del otro yo; esa otra personalidad que todos llevamos dentro conviviendo en nuestro cuerpo. Ese otro yo con el que todos hablamos y discutimos, el que nos pone los inconvenientes y las ventajas de todas nuestras acciones, esa especie de conciencia moral que constantemente nos vigila y nos corrige. Ese segundo ser que siempre nos acompaña pero a veces nos incordia tanto. El yo que no quiere salir, el que no quiere ir a ese concierto, el que no quiere gastar el dinero en esa camisa que se te ha antojado.

La publicidad era muy convincente. “Deshágase de ese inquilino molesto” – decía. “Si en su piso no caben dos personas, menos en su cuerpo”. Desde luego era una razón que convencía a la gente que se apuntaba a enormes listas de espera para deshacerse de su otro yo que tanto les incordiaba y ocupaba. “Imagine todo su cuerpo para usted solo, podrá ampliar su inteligencia, su emotividad, leer aquel libro que su otro yo nunca quiso leer…”. Bueno, era difícil sustraerse a tanta presión. Así que John no lo pensó más; ahorró los miles de estelos necesarios (aquella moneda que había sustituido al viejo euro en el universo), y decidió pasar por el quirófano para quedarse él sólo en su único cuerpo. Se preguntó que harían con las dobles personalidades así extirpadas, pero enseguida lo desechó; no era su problema, que se buscara otro cuerpo. El se quedaría en el actual para él solo.

Cuando despertó de la operación, se sintió inmediatamente más cómodo y amplio. Todo había salido bien y no le dolía nada. Se notaba flotar en su cuerpo, ahora más holgado, como si su cuerpo le viniera grande. – “Bueno, no se está tan mal sólo, después de todo” – pensó.

Pero según pasaba el tiempo, despertado de la anestesia, empezó a notarse extrañamente raro, como si le faltara algo. Una especie de tristeza lo invadió sin que pudiera comentarla con nadie ahora que estaba más solo. La inquietud empezó a embargarlo, se empezó a poner inevitablemente nervioso ante una evidencia que se iba abriendo paso en su cerebro sin que nadie se opusiera a aquella absurda idea que crecía en su mente… - “¡Se han equivocado!” Gritó con todas sus fuerzas, cuando comprendió lo que había sucedido en aquel quirófano – “yo no soy yo”.

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