domingo, 29 de noviembre de 2009

JUEGO LIMPIO

Dentro de la liga de fútbol que yo juego, hay un día que odio especialmente. Y es que siempre vuelvo a casa con las piernas llenas de moratones por los golpes recibidos. Vale, siempre vuelvo así, para eso soy el delantero centro de mi equipo, que meter goles no meteré, pero ostias me las llevo todas. Pero es que en este partido que he jugado este finde me he llevado más de la cuenta.

En este equipo contrario contra el que he jugado ayer, hay un defensa bajito y peludo, monillo él, todo hay que decirlo, que me trajo mártir. No paró de hacerme faltas y hasta penaltys diria yo, si no fuera porque el arbitro estaba comprado, jajaja. Ese cabrón me molió a palos, y cada vez que yo tenía la pelota entre las piernas me hacía una falta de un empujón o me daba una terrible patada. Caerte en un polideportivo de cemento es casi peor que la mejor de las patadas, te advierto. En fin, cualquiera pudo ver que con ese cabrón había una disputa personal, más allá de los lances del juego.

Eso si, él no se fue de rositas, porque yo cada vez que tenía ocasión le daba también unos mamporrazos que te cagas. Cada vez que saltaba de cabeza soltaba el codo para ver si le rompía la frente o le sacaba un ojo, o menudencias así. Lo digo como lo siento y sin remordimientos. Todo juego limpio. No sé quien de los dos volvió peor para casa, pero nos fuimos los dos calentitos. Aunque el se fue más jodido, pues ganamos nosotros.

Vamos, no es por nada, que las ostias que me he llevado bien llevadas están, que no voy a ser yo el que se queje por unas patadas de más, que a mi me sobra hombría para aguantar eso y muchas patadas más… Pero creo yo que en el equipo contrario juegue el ex de tu novio debería estar prohibido por el Reglamento. ¡Que hijoputa! Y además, se me rompió una uña, ¡ay!


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