Y después de la alegría y la felicitación a un bloguero, la tristeza por una despedida. Sé que las normas de la buena educación bloguera no permite presionar a nadie que deja el blog. Que lo correcto es decir que “respeto tu decisión y que acepto tu decisión, siempre que sea lo mejor para ti”. Pero la corrección no me impide que plasme aquí la profunda tristeza que la marcha de Weblara me produce…Conozco a Weblara desde hace la weba…, y siempre he seguido su blog “Soy… luego existo”. Casi desde el principio. Y en este tiempo, claro, hemos pasado por épocas en que hemos estado más o menos unidos; como es natural. Pero siempre nos ha unido un hilo oculto a pesar de nuestras diferencias de edad u opinión. He reído con ella y he llorado con ella. Y he estado preocupado por la salud de su niña, como si fuera mi propia hija (que no tengo, claro).
Y a la amistad bloguera se unía una profunda admiración compartida por insignes blogueros hoy igualmente desaparecidos como Grampus o Las Ruvis. Ambos, también, salimos precipitadamente de aquel experimento blogueril que se llamó “Gran (primo) hermano”, al encontrarnos poco cómodos en aquel cerrado ambiente tan competitivo.
Bueno, Weblara se ha despedido; pues ella misma alega que no se sentia últimamente identificada con sus propios post, y que la falta de inspiración la llevaba a colgar actualizaciones que poco o nada tenían que ver con su humor y su temperamento. Todo muy de respetar. Pero como decía, no quita para que yo quiera plasmar aquí mi profunda desolación y tristeza ante la repentina marcha de una querida bloguera, -cuando nada parecía anunciarlo-, ahora que se encontraba feliz, se había hecho con un grupo de amigos que le eran fieles y su hija se encontraba bien de su enfermedad.
En cualquier caso, cari, quiero que sepas que por aquí, por mi blog, se te quiere y aprecia. Que te echaremos de menos Feliciano y yo, y que hoy siento que me quedo un poquito más sólo sin ti. Sin tí, cari, pensamos menos, somos menos..., existimos menos. Bezos.
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