miércoles, 17 de septiembre de 2008

MI COMPI

Ya tengo ganas de volver a la facu. Y no porque vaya a aprender algo, que si voy con cuidado y no me dejo, seguro que no, jajaja. No, tengo ganas de volver a clase para ver a mi enano.

El enano es un compi de mi clase que me encanta. Y no sé muy bien por qué. Realmente no vale nada: es bajito, delgadito, sin formas marcadas y apenas se le nota el culito envuelto en un vaquero de una talla demasiado grande para él; tiene los brazos delgados y una voz un poco aflautada, cierta pluma, y una cara como de pito, ya me entendéis. Ni un tatuaje ni un pircing que llevarme a la boca… Pues nada, pero me encanta. Y la cuestión que me tiene frito porque no me hace ni puto caso.

Yo ya me he descrito en mi blog y no voy a volver a hacerlo, que luego llegan los cachondeítos, pero creo que no estoy mal. Pues para él como si no existiera. O lo que es peor, me ve, pero le resulto indiferente. Y no lo entiendo, la verdad. Si él es gay, y lo es, tendría que tener ese sexto sentido para reconocer a otro gay, e intentar ligarme ¿Cómo funciona ese mecanismo que nos lleva a fijarnos en unos y en otros no? ¿Por qué nos gusten unos y otros no? No lo sé, pero desde luego él pasa de mi culo como de comer mierda.

Siempre está con su amiga gordita. Hablan mucho y se ríen todo el rato, y eso me jode un huevo y la yema del otro. He intentado algún acercamiento y no puedo decir que me haya desairado, que me haya hecho un feo o sea desagradable; no. Pero una vez que me contesta a lo que yo le pregunto, vuelve a su frialdad habitual. Debe pensar que soy el típico que hago más caso a mi cuerpo que a mi mente. Ni siquiera me ha dado la oportunidad de “hacer un trabajo” juntos para demostrarle que no soy un cabeza hueca. Sin contar las cosas que podríamos hacer en los baños entre y clase y clase, para llenar los ratos muertos, jajaja. Nada.

Y la cuestión me desespera, porque no le pillo el punto. Igual es que, como contaba hace poco Potro en su blog, se hace el duro para despertar en mí más interés. Pero esta explicación es más bien forzada y retorcida. Creo que no le intereso y punto, porque sino finge muy bien. Jamás lo he pillado con una mirada furtiva, un gesto amistoso o una sonrisa cómplice. ¿No es desesperante? No sé cómo hacer méritos. He pensado decirle que hago un blog a ver si eso le impresiona y que no piense que soy solo un jugador del equipo de fútbol algo brutote, y pasarle una tarjeta con mi nombre que ponga “bloguero autodidacta”, ya que otra cosa no soy de momento. Pero creo que no me conviene que en la facultad me identifiquen con mi blog, ni que eso me ayude mucho luego en mi futuro profesional, ejem, ejem.

Y el caso es que yo no lo quiero para novio ni muchísimo menos. No es nada romántico lo que siento por él. Solo tengo ganas de enchufársela, la verdad; solo me gusta para un polvo, para ser sincero; pero si no lo consigo me va a dar algo y mi ego sufrirá un trauma, yo aviso. Ya sé que esto suena cínico, pero que queréis, es lo que hay. Igual se lo huele el tío y por eso no quiere saber nada de mí, que también puede ser. Y para colmo, ayer lo he visto en la plaza, sentado con tres o cuatro amigos, todos riéndose mucho con las cosas que él contaba ¡un simpático!. O sea que ya sé fijo que es gay, aunque no tenía ninguna duda. Y mientras, aquí me tienes a mí, escribiendo un post desesperado sobre un compi que ni siquiera está bueno esperando que empiecen las clases para tirarle los tejos.

En fin, como dice una amiga mía: los que me van no me vienen y los que me vienen no me van. Esa es la única verdad.

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