Mi novio tiene una nariz de payaso. No una nariz acabada en punta como la de todo el mundo, no. El tiene una nariz redonda y coloradita, una nariz esponjosa y blandita. En verdad es una auténtica nariz de payaso, y aunque todo el mundo lo encuentra raro, la verdad, a mí me encanta.
Es verdad que nos miran en todos los sitios a donde vamos. No es muy corriente ver a una pareja de chicos enamorados cogidos de la mano con uno de ellos llevando su nariz de payaso a todas partes. Algunos lo señalan con el dedo, pero a nosotros no nos importa. A mí, realmente, no me importa porque mi amor es de narices, y está por encima de esas cosas. Mi novio tiene una nariz de payaso, la gente se ríe, y nosotros también.
Bien es verdad que en algunos momentos es un inconveniente. A la hora de besarnos, claro. Tenemos que hacerlo de lado. Y cuándo mi novio me hace una felación, mi rabo apenas puede introducirse en su totalidad por su garganta; mis testículos rebotan en esa nariz escarlata y esponjosa. Pero eso no afecta a nuestra relación sexual, al revés, la enriquece y la hace más divertida porque la situación da lugar a esos cómicos episodios. Por las noches ronca mucho en la cama y la pelota encarnada que tiene por nariz parece cobrar vida propia, subiendo y bajando en la oscuridad de nuestro cuarto al ritmo de su respiración. Pero yo se lo digo, roncas como un payaso, y nos mondamos de risa los dos.
No puede desprenderse de esa pelota que tiene por nariz, esa nariz que a mí me parece tan original y que me vuelve loco. Es como si la tuviera atornillada. Y es que mi novio es muy profesional, vive por y para el trabajo y ama su trabajo. Mi novio hace de payaso y vive para ser payaso. Me novio me lo dice siempre y yo se lo creo, porque mi novio no miente nunca. Mi novio es fiel al ciento por cien. Y su redonda nariz de payaso es la prueba.
Por eso, cuando esta mañana, lucía una nariz ridículamente recta y que parecía crecerle por momentos, supe sin necesidad de explicaciones que mi novio me había engañado con otro….
Es verdad que nos miran en todos los sitios a donde vamos. No es muy corriente ver a una pareja de chicos enamorados cogidos de la mano con uno de ellos llevando su nariz de payaso a todas partes. Algunos lo señalan con el dedo, pero a nosotros no nos importa. A mí, realmente, no me importa porque mi amor es de narices, y está por encima de esas cosas. Mi novio tiene una nariz de payaso, la gente se ríe, y nosotros también.
Bien es verdad que en algunos momentos es un inconveniente. A la hora de besarnos, claro. Tenemos que hacerlo de lado. Y cuándo mi novio me hace una felación, mi rabo apenas puede introducirse en su totalidad por su garganta; mis testículos rebotan en esa nariz escarlata y esponjosa. Pero eso no afecta a nuestra relación sexual, al revés, la enriquece y la hace más divertida porque la situación da lugar a esos cómicos episodios. Por las noches ronca mucho en la cama y la pelota encarnada que tiene por nariz parece cobrar vida propia, subiendo y bajando en la oscuridad de nuestro cuarto al ritmo de su respiración. Pero yo se lo digo, roncas como un payaso, y nos mondamos de risa los dos.
No puede desprenderse de esa pelota que tiene por nariz, esa nariz que a mí me parece tan original y que me vuelve loco. Es como si la tuviera atornillada. Y es que mi novio es muy profesional, vive por y para el trabajo y ama su trabajo. Mi novio hace de payaso y vive para ser payaso. Me novio me lo dice siempre y yo se lo creo, porque mi novio no miente nunca. Mi novio es fiel al ciento por cien. Y su redonda nariz de payaso es la prueba.
Por eso, cuando esta mañana, lucía una nariz ridículamente recta y que parecía crecerle por momentos, supe sin necesidad de explicaciones que mi novio me había engañado con otro….
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