lunes, 3 de noviembre de 2008

EL MARIDO DEL JUGADOR DE FÚTBOL

¡Espera! No te vayas, este no es otro post más sobre fútbol. Es un sencillo y rendido homenaje a ese sufrido grupo de personas casados con un futbolista como yo, por ejemplo. Lástima que yo no tenga marido.

Ser un pobre marido de un jugador de fútbol tiene que ser muy vocacional o gustarte mucho, el futbolista no el fútbol, claro. Ha de ser un hombre de su casa, siempre lavando la ropa de su esposo, que la trae llena de mierda de jugar por eso campos de dios, y lavarla bien; para que otros maridos de otros jugadores de fútbol comparen y vean que su ropa está más limpia y su detergente lava mejor. Y cuando su esposo llega cansado de jugar, ha de hacerle una tortilla de patata, prepararle el baño, y darle un masaje hasta que su esposo, el jugador de fútbol, se queda sopa.

El marido del jugador de fútbol, sabe que va a tener poca vida social o casi ninguna. Nada de salir por las noches de discotecas bebiendo, fumando e ingiriendo pastis. Nada de mariconadas. Su esposo debe estar como mucho a las doce en la cama, después de un duro entrenamiento o de ir a jugar a un pueblo pequeño, generalmente de la provincia de Toledo (no sé por qué pero siempre se juega mucho por Toledo). A veces a mi mismo me preguntan que hago a las doce de un viernes en casa, pero cuando al día siguiente tienes que levantarte a las seis para coger un autobús, que normalmente no tiene asientos de cuero, ni deuvedés ni otras pijadas de esas, para ir a jugar contra once gañanes por esos pueblos de dios, mientras el marido del jugador de fútbol se queda en casa haciendo la paella, es duro. La vida del jugador de fútbol de tercera o cuarta división no es un camino de rosas. Y la de sus maridos, menos. ¡Y no se gana esa pasta que se dice! Te lo digo yo. Y menos mal que algunos tienen un portátil.

Hay otros maridos que van a todas partes donde juega su esposo y allí, en el estadio, pasan la tarde con otros maridos de futbolistas hablando de sus cosas, de los niños, de cómo está el servicio, calcetando; mientras su marido se parte el culo…. por meter un gol.

En fin, sirva este post como un sentido homenaje a esa abnegada tropa de maridos de futbolistas, tan esforzados como numerosos… bueno, abundantes; bueno escasos pero sufridos… ¡Ah, no ¿qué no conoces a ningún marido de futbolista, no? Yo tampoco. Y sin embargo debería de haberlos, porque futbolistas gays hay a cientos, te lo digo yo. ¿Entonces qué es lo que pasa? Pues que están en el armario.

Por eso, cuando a mi me dice alguien – y sobre todo un gay- que no le parece bien el desfile de carrozas del Orgullo Gay, me subo por las paredes, la verdad. En España habrá igualdad ante la ley, pero no ante la sociedad. Y la unión entre gays se llamará matrimonio pero yo no conozco ningún matrimonio entre futbolistas. El día que haya futbolistas con sus maridos en las cenas de los viernes, en las presentaciones de perfumes, en los estrenos de cine, en los estadios de fútbol; ese día, entonces, es posible que no haga falta el desfile del Orgullo Gay.

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