miércoles, 21 de mayo de 2008

EL FARO

Bernard se sentía perdido.

Se encontraba solo en medio de aquel oscuro mar que le envolvía: Era un océano oscuro y frío el que le rodeaba, un mar enemigo y hostil que iba tragando su cuerpo y ensombreciendo su conciencia. Sentía frío por todo su cuerpo y unas terribles ganas de beber; aquellas gotas saladas que resbalaban por su rostro hasta su boca era lo único que había bebido en tres días. Estaba cansado de seguir luchando.

Su mente se negaba a recordar que había ocurrido en su vida para encontrarse así, perdido, mojado, exhausto, a punto de rendirse. Apenas recordaba ya como había llegado a esta situación, no quería pensar en ello; bueno, en realidad, no quería pensar en nada. Solo quería descansar. Descansar…

De repente, en la lejanía, empezó a divisar una pequeña luz en el horizonte. Apenas nada, un reflejo, pero tenía la cadencia monótona de un faro y eso le hizo reaccionar. Su mente aletargada, a punto de comenzar el que podía ser tal vez su último sueño, se agarró a aquel reflejo que se apreciaba cada vez más claro y cercano. Intentó incorporarse pero resbaló. Sus pies no le sostenían.

Lo costaba mover su entumecido cuerpo, sus brazos apenas obedecían las indecisas órdenes que su cerebro envíaba. Estiró la mano, y este movimiento se le antojó como el último de su vida… Aún así, haciendo un supremo esfuerzo, consiguió vencer el borde de la bañera, y a pesar de los goterones de sangre que salían de su muñeca, logró alcanzar aquel móvil que todavía parpadeaba…

Apenas pudo llegar a oir la voz de Mike diciendo desde la lejanía: “vale, amor, hablemos”.



Comentarista Plateado del día: Tatojimi

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