jueves, 8 de mayo de 2008

¡COSAS DE FANTASMAS!

A mi abuela, la fantasma, de vez en cuando le da por cocinar. Una vez al año nos hace rosquillas y otro día nos hace “soldaditos de Pavía”, que son como uno rollitos de bacalao envueltos y rebozados; un receta un poco antigua la verdad para la cocina que se lleva ahora. Mi abuela es una fantasma, ya digo, y sus rollitos también; pero, sin embargo, pone toda la cocina perdida de aceite. Mi madre se desespera y dice que de buena gana la mataría, pero como le digo yo, para lo qué te va a servir…

Como algunos ya sabéis, mi abuela después de morirse estuvo tres años quieta en una mecedora frente a la televisión y calladita; pero desde que empezó a hablar opina sobre todo lo divino y, lo que es peor, lo humano. Y ahora no para la pata en casa. El otro día nos la devolvió la policía diciendo: aquí les traemos esta fantasma que dice que es marquesa. Y es que mi abuela ya era fantasma incluso mucho antes de morirse.

Yo creo que mi abuela no es tan fantasma como dice, sino que está un poco majara. Ya os conté que todas las tardes sobre las cinco, a la hora del té (no sé por qué los fantasmas toman el té; debe ser más fino o les sentará mejor para la digestión, digo yo) se oye en mi casa una extraña y misteriosa interpretación musical que firmaría el mismo Mozart, ese tuberculoso. Ella dice que a esa hora le visita una orquesta sinfónica en su cuarto y le tocan una sinfonía inacabada. Yo sospecho que sea cierto, porque la verdad es que el cuarto no es tan grande y no sé donde se podría esconder una orquesta sinfónica entera. Así que yo siempre ando vigilante, me descalzo y voy sigilosamente por el pasillo hasta que de pronto… ¡zas! irrumpo en su cuarto con un tremendo golpe de puerta. Pero nada, no hay manera; nunca veo a nadie. Mi abuela tuerce la cabeza y me dice por toda explicación: siempre llegas tarde a todo Iago, acaban de irse.

El otro día la encontré volviendo a casa a altas horas de la madrugada y cuándo le pregunté de donde venía, que no me parecía bien que anduviera por ahí a esas horas en plan fantasma - le dije con poco acierto,- me contestó que venía de casa de Esperanza Aguirre, y que si ella le estaba moviendo la silla a Mariano Rajoy, ella venía de moverle la cama, y que a fantasma no le ganaba nadie.

¡Cosas de fantasmas!


Comentarista Plateado (y generoso) del día: Tatojimi

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