sábado, 24 de mayo de 2008

DESAPAREZIDAS

Cuando Iago llegó al autobús notó algo raro, pero no supo qué era. Había menos gente, si, pero no era eso; según se acercaba el verano eran cada vez menos los que se subían a aquel tempranero autobús de universitarios y currantes. No estaba la señora ruvia que siempre llegaba tarde y era la última en subir, y que todos los días tenía que correr para llegar. Pero de momento no se preocupó.

Ya en la estación del metro de Moncloa parecía haber menos gente, pero todavía no como para alarmarse, aunque le extrañó que no le vendiera el bollo de todas las mañanas la ruvita que le saludaba siempre tan sonriente.

Al llegar a clase también notó más puestos vacíos de lo normal. Y sobre todo faltaban muchas de las chicas, lo que era raro, pues solían venir más puntuales y con mayor asiduidad. Bueno, bueno, si incluso faltaba Vanesa, la impresionante ruvia – y pelota oficial, pensó- que no fallaba nunca y se situaba en la primera fila enseñando las piernas descaradamente a todos los profesores masculinos… ¡Eso si era raro! ¿Qué pasaría?

En el recreo, sentado en el campus con su bocata de calamares, se fijo en los grupos de su alrededor, y parecían más exiguos que otros días. Había pandillas mixtas si, chicos y chicas hablando despreocupadamente, pero tenía una sensación extraña, como si no hubiera o faltara algo familiar, algo que echaba de menos sin saber que era. Y sin embargo no daba con la causa de su nerviosismo… Allí estaban ellos con sus viseras y ellas con sus melenas al vien… ¿melenas? Si, eso, melenas… melenas negras, morenas, pero y las ruvias ¿dónde estaban las ruvias? Faltaban las ruvias del mundo ¿Qué ocurría?

Enseguida tuvo una sensación horrorosa, una angustia le embargo y apenas podía respirar. Todo estaba más triste sin ruvias, el mundo no valía la pena, y sobre todo cómo podían haber desaparecido todas. ¿Qué arma terrorífica, qué virus tan mortal como caprichoso podía acabar sólo con las ruvias? Y qué pasaría con las teñidas, pensó, en un momento de lucidez. Entonces se abalanzó como un poseso sobre la sucursal de la peluquería Luis&Tachi del Corte Inglés de Princesa, para preguntar qué pasaba con las ruvias. "¿Será cosa del tinte?", se interrogaba mientras corría hacía allí. Pero al llegar nadie parecía entenderle. “¿Tinte ruvio? ¿Ruvias? No existe nada de eso” – le dijeron-. “En el mundo solo hay morenas, morenas, pelirrojas y caboas; jamás hemos oído eso de ruvias”. Iago estaba frenético. ¡No era posible! No encontraba la clave. - "¡Necesito la clave!"-, gritó pero nadie en el mundo parecía escucharle...

“¡Iago, Iago!, hijo, que te has quedado dormido y vas a perder el autobús”. Las palabras de su madre le llegaron lejanamente a un Iago empapado en sudor y aún con cara de asustado. “¡Gracias Mamá!” –atinó a decir, ya mas tranquilo, al ver en su madre las mismas mechas ruvias que tenía la noche anterior. “Estás muy guapa de ruvia, mami” acertó a decirle a su madre mientras envolvía su desnudez en unos calvin klein blancos.

“Todo está en orden”, pensó mientras tranquilamente se dirigió a su ordenador y tecleó en el explorer la dirección del blog que estaba buscando y tanto deseaba leer: http://lasruvis.wordpress.com/


Nota del autor: Obviamente, todos sabemos que ruvia se escribe con "b", ¿no?


Comentarista Plateada del dia: Weblara

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