domingo, 25 de mayo de 2008

DILEMA MORAL

Creo que no hace mucho Kichiaya nos propuso en su siempre entretenido blog un dilema moral clásico: ¿Te acostarías con alguien por un millón de euros? Tal vez no era así, si no si permitirías que lo hiciera tu pareja, como en una célebre película protagonizada por Robert Redford. Bien, yo comenté en su blog que en mi caso, no creo que lo hiciera, porque pienso que si alguien paga un millón para echar un polvo tiene que ser un asqueroso; sino por qué habría de pagar tanto por un capricho. Un tío que está bueno puede acostarse con quien quiera, no nos engañemos. En caso de mi pareja, creo que yo no tendría nada que decir, por mucho que yo pensara que si o que no, sería un cuestión de opción personal propia. Jamás se lo pediría yo ni, mucho menos, podría obligarle. Pero parece claro que todos tenemos un precio; aun los más recalcitrantes puede que por un millón de euros no se lo montarían con alguien sin amor, pero ¿por diez millones?

En otra película protagonizada por Mel Gibson se planteaba otro dilema ético peliagudo: el de un padre que negándose a pagar un rescate por su hijo secuestrado aún teniendo el dinero, sufre la incomprensión de su propia esposa que le reprocha la posible muerte del niño, que finalmente no se produce.

La verdad es que estos dilemas morales se me presentan hoy mismo como intrascendentes. Porque el horror humano no tiene fin y nuestra capacidad para asimilar las mayores vilezas tampoco: he leído que en Argelia el negocio actual y más rentable es secuestrar niños para, llevados a Marruecos, extraer y vender en Occidente sus órganos para transplanes. Es realmente asqueroso y me tiene impresionado. La prensa hablaba no se si 80 u 800 niños secuestrados en lo que va de año; pero es igual, aunque fuera solo uno. Todos hemos oído hablar del tráfico de órganos, pero pensaba que era de posibles donantes o de fallecidos en accidentes de tráfico y que, realmente, pueden ayudar a vivir a otros. Pero cómo es posible que un avance científico indudable, como es el trasplante de órganos, pudo haber dado lugar a semejante inmoralidad. A todos nos parece horrible ¿O no?

Pero, y aquí viene el dilema que propongo yo hoy: ¿Y si fuera tu hijo el que está a punto de morir?. Tu único y adorado hijo, ¿hasta dónde estarías dispuesto a llegar? ¿Renunciarías a tus principios morales y harías la vista gorda ante un ofrecimiento de un órgano así conseguido para lograr la curación de tu hijo? Yo no soy padre, y por eso puedo plantear esta cuestión más fríamente: porque si lo fuera, quizás me vería mediatizado de alguna manera. También sé que es un poco demagógico enfrentar a alguien a una situación tan límite a la que seguramente no tenga que hacerlo jamás.

Yo pienso que lo tendría claro, pero ¿Cómo se vive la paternidad? ¿Alguien es capaz de sincerarse? ¿Pagarías por un órgano así conseguido de manera ilegal? Sinceramente, creo que si existe ese sucio negocio es porque son muchos los que dimiten de sus principios y normas éticas más elementales. Y, lo que es peor y me cuesta más imaginar, seguro que son personas bien pensantes del primer mundo; igual tu vecino, gente como tu y como yo, que luego van al kiosco a comprar el periódico e invitan a sus amigos a un cafetito.

El mundo, ya digo.


Comentarista Plateado del día: Potro.

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