miércoles, 14 de mayo de 2008

DE PINTADA...

A Rauschenberg, in memoriam

El otro día mi amigo Rubén me invitó a ir a hacer unas pintadas con él. No tuvo que animarme mucho pues yo soy muy aficionado y en seguida me eché mi spray gris perla a la mochila. Iba yo todo ilusionado pensando en poner mi bonito nombre por todas las paredes de Madrid: IAGO, IAGO, IAGO… Pero pronto me dijo que no, que íbamos a Majadahonda a pintar en las tapias del cementerio. A mí eso ya me mosqueó un poco y me dio cierto yuyu, la verdad. Porqué yo no creo en la otra vida ni en el más allá, así que si no existe el cielo los muertos tiene que andar por ahí por algún sitio sueltos, queramos o no queramos; y yo de eso sé un huevo que tengo una abuela fantasma...Igual son la famosa materia oscura del universo que andan buscando.

Cuando llegamos allí eran ya las dos de la mañana y brillaba la luna. Bueno, no había ningún difunto por allí cerca, pero sin embargo la tapia estaba penosa. Llena de pintarrajos, nombres mal escritos que no había dios que los entendiera en todos los colores, nombres feos, no como el mío; un asco, vamos. Cuándo le pregunté dónde íbamos a pintar si estaba todo hecho una puta pena, me dijo que no me preocupara.

Entonces sacó de su mochila un bote de "pintura blanca al esmalte Titanlux mate para exteriores" y un pequeño rodillo y empezó a pintar de blanco reluciente la puta tapia del cementerio. A mí eso ya me pareció demasiado, no es por nada; y protesté. Le dije que vaya morro tenían los finados, que si querían redecorar el nichito que llamaran a Ikea, pero que yo no era como Miguel Ángel preparando el lienzo donde pintar una especie de Capilla Sixtina del grafiti para difuntos. Yo solo quería poner mi nombre, y que estos muertos era unos vivos y sus deudos unos listillos. El me dijo que era la única manera, que primero pintaba de blanco toda la tapia y luego podíamos poner encima todas nuestras mamarrachadas y que quedarían guay y que todo el mundo lo vería. Bueno, yo me senté por allí tomándome una coca cola y fumándome un peta, no muy convencido.

De repente y casi con la tapia acabada de pintar y reluciente; sin saber de dónde salieron, aparecieron dos figuras tremebundas que me dieron un acojone que por poco me quedo en el sitio ya para siempre. Pero pasados los efectos del susto, y del peta, todo hay que decirlo, los dos fantasmas se identificaron como municipales de Majadahonda y nos preguntaron con cierto cachondeíto que era lo qué estábamos haciendo allí. Cuando Rubén les soltó con todo su morro, que éramos de la empresa de mantenimiento de “Cementerios Reunidos” o algo así, los policías no sabían si reír o llorar, si dejarnos marchar o darnos unos porrazos. Finalmente nos dijeron que nos largáramos inmediatamente de allí antes de que se cabrearan…

Salimos escopeteados con el miedo en el cuerpo sin poder dejar nuestra firma, pero la tapia nos quedó de lujo, blanca e inmaculada. ¡Me cago en el que venga detrás a mancharla! Eso si, Rubén desde aquí te lo digo, el próximo día van a ir contigo de pintada tus muertos...


Comentarista Plateado del Día: "Jahhy de "Burbujas de Carne"

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