viernes, 25 de abril de 2008

¡TODO ES POLÍTICA!

Ayer paseaba yo por la campiña segoviana con Feliciano Teixeiro, cuando veo que de repente mi maesto se sube rápidamente a un risto (¡uy! perdón quería decir un risco, es que estoy viendo O.T.). El caso es que me sorprendió la agilidad de mi maestro, porqué el es un hombre de pensamiento más que de acción. Y, como me temía, me invitó a continuación a subir yo. Ser un alumno aventajado de un insigne y tuberculoso pensador es lo que tiene, todo el día subiendo y bajando las montañas del saber; a pesar de lo cual, el maestro hizo como que no veía mi cara de fastidio.

Una vez allí encaramados me hizo contemplar todo aquel bello y, en esta época, verde paisaje segoviano y me soltó ante mi asombro, como quien no quiere la cosa: - ¡Todo es política!, Iago.- Yo puse cara de escéptico, claro; porque yo lo que veía era más bien una escena de lo más campestre y bucólica (valga la redundancia), y no comprendía la profundidad del mensaje. -¿Cómo, maestro? - Pregunté agudo.

- Mira Iago, ves esos campos, esos paisanos, esas vacas, esa acequia…. Pues todo es política. El paisano es el alcalde que está pensando en cómo recalificar unos terrenitos de la tía Eufemia para forrarse construyendo una urbanización. Y el otro, es "la oposición", se ha pasado cuatro años diciendo que había que desalojar a los de ETA de los Ayuntamientos y ayer se abstuvo en una moción para hacer justo eso en Mondragón. Esa simple vaca no lo sabe pero tiene el mal de las vacas locas y va a ser un quebradero de cabeza para las autoridades sanitarias. Y esa acequia es el objeto de una guerra del agua entre pueblos vecinos, porque el otro día se lavó allí los pies la Maruja, y no le correspondía. Tenía un pie en Coturullos de Arriba y el otro en Coturullos de Abajo. ¡Todo es política! Iago. Te lo digo yo. - Yo asenti y callé, como se espera de un simple novicio.

Una vez aprendida la lección, nos dirigimos a comer un cochinillo en Casa Cándido tan campantes. Yo, para aplicar los nuevos conocimientos le dije a mi maestro: - Maestro, no se si será política agraria o culinaria, pero el cochinillo segoviano acompañado de patatas fritas gallegas está muy superior. – Mi maestro sonrío, y pareció satisfecho de mi aguda observación. No dijo nada, pero encargó otra bandeja de aquellas patatas fritas que tanto me gustan.

¡Ay! ¡Que duro es el aprendizaje pa el que va pa intelectual!

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