lunes, 28 de abril de 2008

LA PAZ PERPETUA

El viernes volvimos al teatro, así que hoy toca crónica. Fuimos al María Guerrero que es un teatro de los más antiguos de Madrid, aunque recientemente arreglado, que está situado a un paso de Chueca, a ver “La paz perpetua” (¡joder! la última era “Ante la jubilación” y ahora esta… ¿qué será lo siguiente?, pues yo os juro que no es teatro para la tercera edad, jajaja). Es una obra de Juan Mayorga, dirigida por Jose Luis Gómez. Dos de los monstruos actuales de nuestro teatro. Con decir que Juan Mayorga es el último Premio Nacional de Teatro 2007, está todo dicho… Profesor de matemáticas en un instituto es, además, doctor en filosofía (¡y si tuviera tuberculosis ya sería perfecto el tío!).

Sin embargo, yo no salí muy contento. Primero descubrí una falta de ortografía en el programa de mano que nos dieron al entrar. Hay un “cómo” acentuado sin estar en una frase interrogativa ni siquiera indirecta. Vale, eso en mi blog pase, pero en una edición del Centro Dramático Nacional no tiene disculpa, jajaja.

Después la obra no está mal. Los actores, entre los que se encuentra Israel Elejalde hacen un papelón en un escenario frío color gris ¡plata!. Se supone que son perros y “hacen” de perros. Perros de presa que se presentan a un puesto de trabajo para ejercer de perro policía anti-terrorista. A mi la situación y la puesta en escena me recordó a una obra que vimos el año pasado y que fue la revelación de la temporada: “El método Gronholm”, sobre la lucha para conseguir un puesto de trabajo de cinco candidatos sabiendo, además, que uno de ellos era un candidato falso y que formaba parte de la prueba de selección. Pues bien, en está obra ocurre lo mismo: cuatro perros en escena (tres candidatos al puesto y un viejo empleado que los examina) en compañía de un ser humano, que se supone el adiestrador y que pone en la obra el contrapunto.

El fondo de la cuestión es el terrorismo y la vieja discusión moral sobre si es admisible enfrentarse a los terroristas con sus propias armas o si, por el contrario, tenemos la obligación de respetar sus derechos humanos. Pero, en fin, yo creo que el análisis de Mayorga peca de timorato, queda deslavazado (*) y oportunista, no profundiza ni polemiza, no se afronta de una manera valiente y arriesgada. El argumento de que se puede estar interrogando y/o torturando a un inocente queda apenas sugerido. El dilema moral surge al final y queda en el aire. El autor interroga, pero no da respuestas. Se pasa por alto Guantánamo.

Aún así, reconozco que no está mal, la duración de una hora y media hace que no parezca pesada y tiene, incluso, algunos momentos divertidos, como cuándo uno de los perros se interroga acerca de la existencia de dios y salen a relucir Kant (“La paz perpetua” es, además, un tratado de este autor) y otros filósofos igual de tuberculosos.

Pero, eso sí, siempre es un placer ir al teatro, no te pierdas la oportunidad si la tienes. El teatro tiene una magia que no tiene el cine ni la televisión; todo parece más cercano, más vivo y, a veces, se logra esa complicidad con los actores que te hace sentir protagonista, algo que yo no siento en esos otros medios. ¡Vete al teatro, hombre! que tampoco se aprende tanto, y no te va a dar un ataque de intelectualidad asi de golpe como cuando lees mi blog, ¡está comprobado!, jajaja.

“La paz perpetua”. Amén.
Teatro "María Guerrero"
C/ Tamayo y Baus, s/n.

(*) Corregido por Bala, el creador del Premio "Esencial", ese que nunca tendré; pues yo había puesto "deslabazado". Pido perdón humildemente, por mi ignorancia que me llevó a cometer una falta de ortografía tan evidente y molesta a la vista. Gracias y bezos.

A C T U A L I Z A C I Ó N

"El Pais" de hoy, 20 de mayo, publica un artículo de Savater sobre esta obra de teatro, y me admira comprobar que compartimos el mismo punto de vista. Yo no estoy de acuerdo con Savater en su reciente trayectoria política, pero nadie le discute autoridad moral. En fin, reproduzco aquí un párrafo en el cual puede apreciarse la coincidencia de opiniónes:

"Puede comprenderse el interés que me suscitó saber que Gerardo Vera había encargado una obra sobre el terrorismo a Juan Mayorga... y que esta vez sí que llegaría sin obstáculos al escenario. Pero me temo que "La paz perpetua" se queda a la misma distancia de nuestro problema que Terror y miseria, aunque en un nivel artístico notablemente más modesto. Sin duda, el trabajo de los actores es competente y de la escenografía y movimiento escénico se encarga José Luis Gómez, de modo que no hace falta más garantía. Pero el texto no puede ser más decepcionante: concurso de perros guardianes, adiestradores lisiados y malévolos..., para acabar en el clásico discurso de "no podemos portarnos como ellos", con la misma fuerza dramática y profundidad filosófica que un editorial de periódico.

Volvamos hacia Abu Ghraib, no miremos al peligroso Arrasate. Cuanto se plantea es tan tópico y obvio que no imagino quién podría sentirse molesto. No arriesga ni un pelo, pero refuerza la conciencia de las bellas almas que siempre deploran el mal sin hacer grandes esfuerzos ni por entenderlo ni por combatirlo.

Con gran optimismo, el programa de mano asegura que la obra de Mayorga "sólo plantea preguntas esenciales". A mí no me planteó más que una: ¿hasta cuándo nuestro teatro seguirá evitando el auténtico compromiso intelectual sobre este tema maldito?"

No hay comentarios:

Publicar un comentario