sábado, 13 de diciembre de 2008

LA SGAE EN EL ARMARIO

Tengo la casa tomada por la SGAE. Un montonazo de funcionarios de sonido han tomado mi casa por asalto para grabar pruebas de que aquí se usa música y no se pagan derechos (¿”reales”?) cómo han hecho en las bodas y en las fiestas de "Moros y Cristianos". Buscan conseguir imágenes de los conciertos que todos los días se organizan en mi casa a las cinco de la tarde, y que ya son famosos en toda la urbanización, e incluso más lejos todavía. Bueno, eso dice mi abuela, pero ella es un fantasma, claro; la SGAE no sé.

Ya he contado que mi abuela sostiene que todos los días a esa hora una orquesta sinfónica le toca en su cuarto. Y yo, la verdad, creo que está loca porque por mucho que miro nunca veo a nadie. Y, no es por nada, pero una orquesta sinfónica no es fácil de esconder así como así. Pero si yo no los veo, que al fin y al cabo soy de la casa y conozco todos los recovecos donde una orquesta se puede esconder, mucho menos los van a encontrar ellos. Estos de la SGAE están jamaos.

La SGAE no sabe con quién se gasta los cuartos, pues buena es mi abuela. Llevan doscientas cintas grabadas y allí no sale nada, todo lo más el otro día pillaron una psicofonía de mi abuela hablando con su cuñado. Es más, por no salir en las cintas no sale ni ella, como es lógico. A los fantasmas no les gusta salir por la tele, y sobre todo si no han ido a la peluquería. Ahora, yo creo que por joder, mi abuela ha montado un conjunto de rock con otras tres abuelitas. Y todo el día se lo pasan cantando canciones de Roberto Carlos y de Adamo. Dice que cuanto más canta más ahorra y más le tima a la SGAE. Ahora canta hasta en la ducha; y un fantasma puede estar un buen rato en la ducha cantando sin arrugarse; te lo digo yo, que a veces tengo que pasarle la toalla, y no es plato de gusto secar a una abuela fantasma que no se arruga – ella dice achanta- por nada y no deja de cantar ni muerta.

El otro día me mandó a comprar pastas para darles el té a los de las orquesta, a los de la SGAE y a sus amigas vocalistas, como dice ella. Me dio un viejo billete de cinco pesetas y me dijo que me quedara con la vuelta ¡A rumbosa no hay quién le gane! Si, le dije yo, y no quieres también algo para los camellos de los reyes magos… Entonces mirándome fijamente, me dijo: Iago, Iago, todos queréis sacarme los cuartos. Tu también deberías “cantar” algo.

Ahora creo que mi abuela me quiere hacer salir del armario a empujones, para meter allí a la orquesta sinfónica esa, y esconderla de la SGAE con tal de no pagar los royalties.

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