Este finde ha vuelto a ser movidito… Y como siempre me toca a mi apechugar, pues mi padre está embarcado, que como ya debéis saber es marino de ejem, ejem, guerra.
El sábado a las doce de la noche nos sorprendió un gran estrépito en el jardín. Salimos con cierto miedo pensando que podía ser otra vez el perro del vecino de hace más de quince días se paseó por nuestro jardín toda la noche y su dueño nos dio aquel susto de muerte mientras lo buscaba. Pero no, era una de las ramas del arbol del vecino del otro lado que partió por efecto del tormentón que también ocurrió por aquellos mismos días. Ha ocupado la mitad del jardín y menos mal que se ha caído justo cuando ya habíamos acabado de cenar fuera. ¡Todo queda entre vecinos! Delicias de las urbanizaciones de chalets "adhesivos" como dice, irónicamente, mi padre.
Y hoy por la mañana estuvimos toda la mañana intentando contactar con el dueño de la casa vecina, un argentino que nunca está en casa, pues le han tocado 9 millones de euros en la lotería primitiva (¡verídico!). Hasta en eso tenemos mala suerte, que la lotería le toca al vecino y a nosotros no. Mi madre me hizo llamarle desde mi móvil, porque el teléfono de casa o el de ella ya no lo coge el tío. Y lo peor es que tan atorrante como siempre, en vez de llamar al vecino le estuve dando la tabarra a uno de los blogueros de mi lista de agregados… Desde aquí te lo digo, ¡perdona, cari! Pero ¿quién te manda mandarme un mensaje desde otro teléfono el mismo día que nos cae una rama de un árbol que pesa un quintal en el jardín? Jajaaja.
Y por la tarde, mi madre se cayó en la piscina mientras nos dábamos un bañito, yo creo que de los nervios que está pasando, y parecía haberse roto un dedo de la mano derecha. Me ha tocado pasar la tarde en urgencias, pero ¿qué no hacer por una madre? Menos mal que, dentro de la mala suerte, al final no se lo había roto y todo se ha quedado en un susto y un golpe.
En fin, como dice la canción: “¡Vacaciones, los cojones, es mejor estudiar…!”
El sábado a las doce de la noche nos sorprendió un gran estrépito en el jardín. Salimos con cierto miedo pensando que podía ser otra vez el perro del vecino de hace más de quince días se paseó por nuestro jardín toda la noche y su dueño nos dio aquel susto de muerte mientras lo buscaba. Pero no, era una de las ramas del arbol del vecino del otro lado que partió por efecto del tormentón que también ocurrió por aquellos mismos días. Ha ocupado la mitad del jardín y menos mal que se ha caído justo cuando ya habíamos acabado de cenar fuera. ¡Todo queda entre vecinos! Delicias de las urbanizaciones de chalets "adhesivos" como dice, irónicamente, mi padre.
Y hoy por la mañana estuvimos toda la mañana intentando contactar con el dueño de la casa vecina, un argentino que nunca está en casa, pues le han tocado 9 millones de euros en la lotería primitiva (¡verídico!). Hasta en eso tenemos mala suerte, que la lotería le toca al vecino y a nosotros no. Mi madre me hizo llamarle desde mi móvil, porque el teléfono de casa o el de ella ya no lo coge el tío. Y lo peor es que tan atorrante como siempre, en vez de llamar al vecino le estuve dando la tabarra a uno de los blogueros de mi lista de agregados… Desde aquí te lo digo, ¡perdona, cari! Pero ¿quién te manda mandarme un mensaje desde otro teléfono el mismo día que nos cae una rama de un árbol que pesa un quintal en el jardín? Jajaaja.
Y por la tarde, mi madre se cayó en la piscina mientras nos dábamos un bañito, yo creo que de los nervios que está pasando, y parecía haberse roto un dedo de la mano derecha. Me ha tocado pasar la tarde en urgencias, pero ¿qué no hacer por una madre? Menos mal que, dentro de la mala suerte, al final no se lo había roto y todo se ha quedado en un susto y un golpe.
En fin, como dice la canción: “¡Vacaciones, los cojones, es mejor estudiar…!”
No hay comentarios:
Publicar un comentario