lunes, 3 de marzo de 2008

ESTATUAS AL DESNUDO (POST VINTAGE)


“EL PAIS SEMANAL” de ayer incluye un reportaje sobre las estatuas humanas que se ganan la vida representando a algún personaje o situación encima de una peana en las calles del centro mientras piden unas mondeas. El artículo comienza así:

"Están ahí, en plena calle, imperturbables. la piel que no vemos, camuflada en sus complejos maquillajes, revela unas vidas de verdaderos artistas. Las estatuas humanas se niegan a ser consideradas como mendigos de lujo."
Esto me recordó un post mío sobre el mismo tema que escribí hace tiempo. Ya sé que esto puede parecer otro post a mayor gloria de Thiago, o bien que no tengo nada que decir hoy; pero no tengo necesidad de promocionarme y, lamentablemente, se me acumulan los post sin colocar. Solo quiero volverlo a poner para que vean los que no me conocen que también puedo escribir un post sin hablar de rabos y pollas (aunque ya lo estoy haciendo ahora, jajaja). El caso es que es un post del que estoy muy orgulloso y, que en su momento, pasó casi desapercibido. Ahí va, se titulaba: “INMOVIL”.

"Yo no lo entiendo. No lo puedo entender.

Si soy el primero, el que mejor lo hago, el que más aguanta. Cuando todos los otros llegan yo ya llevo aquí inmóvil un buen rato. Siempre soy el primero y sin embargo el que menos público y el que menos éxito tiene.

Cada día sobre las seis, van llegando todos. El hombre al que se lo lleva el viento, el vaquero dorado, el Quijote plateado, el indio con todas sus plumas, el astronauta, el hombre de barro, todos… Se suben a su pedestal, ponen delante su cacito para las monedas y su cartel y se quedan allí completamente quietos, tan inmóviles como estoy yo. Poco a poco la gente se va arremolinando a su alrededor. Unos los contemplan curiosos, otros sorprendidos, y algunos niños asustados, pero todos divertidos. Y son muchos los que dejan alguna moneda en el cacito. Ellos agradecen esas propinas realizando un pequeño gesto más o menos gracioso.

Sin embargo tengo que reconocer con envidia que yo no tengo su éxito; a mi no me mira nadie o casi nadie; si acaso algún despistado se para un momento delante de mi, mirándome sin demasiado interés, como si yo no existiera. Y desde luego jamás me dejan una moneda al lado de mi cartel. Es desesperante. Así estamos tres o cuatro horas todas las tardes, mientras los turistas nos fotografían, recaudando unas monedas que a mí se me niegan. Y no entiendo por qué, porque yo no soy el peor; bien al contrario; creo que soy el que permanece más tiempo inmóvil, más quieto, sin mover un solo músculo, como sin vida. Si, definitivamente soy el mejor, a pesar de lo cual paso casi desapercibido. Mi vida transcurre así en una inquietante quietud.

Pero lo que de verdad me tiene frustrado, es que al caer la tarde; cuando el público empieza a escasear, todos estos colegas de profesión recogen su cartel, su podio, sus ganancias, desentumecen los músculos y se largan por donde vinieron, mientras yo tengo que seguir aquí quieto, detrás de este cristal del escaparate de Zara con mi cartelito: Camisa 50 euros. Pantalón 120 euros, Zapatos…."




Comentarista Plateado del día: Mosco de Cabeza

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