viernes, 31 de agosto de 2007

TRANSUSTANCIACIÓN

El día que me transustancionalicé en el Iago ateo que hoy soy fue el día que el Padre Antonio explicó la Eucaristía.

El Padre Antonio era el típico curilla de pueblo un poco patoso de verborrea fácil pero poco entendimiento. Recuerdo cuando nos contó que José, el padre de Jesús era carpintero, pero no un carpintero cualquiera, no; no uno de esos que andan con tablones – decía. Era un ebanista; un ebanista de los que hacen mesillas y sinfonieres y esas cosas…

Yo reconozco que ese día, en el que él nos intentaba aclarar el misterio de la eucaristía yo estuve un poco cabrón con él, pero ¿qué queréis? No todos los días se vuelve uno ateo de repente. El se empeñaba en explicar que mediante el rito de la misa dios se introducía en aquella hostia; y yo le preguntaba ¿pero cómo hace dios para meterse en cada hostia, padre? ¿en toda la hostia o en parte? ¿por dónde se coloca? El me explicaba pacientemente que estaba en toda la hostia, y que si partías la hostia en dos, en cada parte estaba dios. Y yo venga a contraatacar de nuevo, pero si se divide dios en dos partes de la hostia o solo va la mitad de dios en cada parte o hay dos dioses… Pero nada, él no encontraba otros argumentos, insistía que en si partíamos aquellos dos trozos en cuatro, de nuevo dios se encontraba en cada uno de ellos, y yo dándole la matraca le contestaba que ahora ya teníamos cuatro dioses.

Así estuvimos todo el rato, y recuerdo que me decía que no, Iago, que dios permanece entero en cada trocito de la hostia consagrada y que incluso si una miguita microscópica se caía al suelo allí también estaba dios; a lo que yo argumentaba entonces que dios era muy pequeñito para entrar en una miguita tan minúscula, que dios era una célula, menos que una célula… ¡qué dios mas pequeño! ¡vaya mierda de dios!

Ya desesperado y cargado de razón el Padre Antonio me explicó lo que él imaginó el argumento definitivo con el cual callar todas mis argumentaciones: “mira Iago –me dijo, la hostia es como el cerdo, mismamente. No se desperdicia nada”.

Ateo para toda la vida.

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