viernes, 8 de agosto de 2008

POST SORPRESA... PARA CHIQUI

Este era mi post surprise. Lo siento, no era un sorpresa así en ge-neral. Era una sorpresa para Chiqui, que hoy vuelve de USA. Juanan me pidió que le hiciera algo para un recibimiento que le estaban preparando y yo no sé hacer muchas cosas - y otras no las puedo hacer aquí, claro-. Pues le escribí un post. Éste.

Chiqui está muy preocupado por el futuro... Pero Chiqui, cari ¿y tú te preguntas por el futuro? Escribes de miedo, tocas el violín como los ángeles y, lo más importante, eres un cielo de persona. Chiqui, no te preocupes, cari ¡el futuro eres tú!

EL VIOLINISTA CHIQUITÍN
Con música del propio CHIQUI.

"Erase una vez un violinista tan chiquitín que apenas podía aguantar su violín. Apenas tenía dos años cuando empezó a tocar aquel instrumento que en sus manos pareciera un piano de grande que se veía a su lado. Cuándo la gente le veía tocar se rían de él al verlo tan pequeñito, -ya tocarás cuando crezcas, chiquitín -, le decían. Pero él no se acomplejaba y se pasaba el día intentando mantenerse de pie aguantando el peso de aquella responsabilidad y aquel instrumento que él había aprendido a amar tan de pequeño. Nuestro chiquitín se desesperaba.

Su madre siempre le estaba riñendo porque no le gustaba que perdiera el tiempo con la música, y siempre le decía lo mismo –más te valía hacerte un hombre y dejarte de mariconadas-. Pero aquel chiquitín no dejaba de ensayar y ensayar. Practicaba tanto que a veces se olvidaba de comer.

Un día, cuanto más desesperado estaba, se le apareció un hada padrino que llamaremos Juanan. Juanan era un ángel que había sido enviado por la diosa de la música apiadada de los lamentos de aquel violinista chiquitín.

- ¿Qué deseas? – le dijo a nuestro héroe.

- Quiero crecer – contestó el pequeño violinista.

- Eso no te lo puedo conceder. Todo tiene su tiempo – le contestó el hado padrino. – Pero haré otra cosa: Cada vez que tú toques el violín, irá creciendo el amor entre la gente que te escuche y la maldad se irá haciendo más pequeña. De manera que si sigues tocando poniendo toda el alma como tocas hasta ahora, la maldad entre los hombres llegará a desaparecer. Eso si, cada noche a las doce en punto deberás dejar de tocar estés donde estés, por mucho dinero que te ofrezcan.

Al chiquitín violinista le pareció bien el trato. Y empezó a dar conciertos por todo el mundo. En Europa y en Nueva York. Con un repertorio cada vez más amplio, conseguía que la gente abandonara sus pequeñas maldades, y que todo el que lo escuchara se fuera haciendo mejor y mejor persona. Su fama se iba acrecentando con su estatura y, aunque le prometieran el oro y el moro, jamás rompía su promesa. Pero un día nuestro violinista chiquitito se enamoró. Y al acabar uno de sus conciertos su enamorado le dijo que tocara para él. Eran ya las doce menos cinco de la noche y aunque chiquitín se resistía acordándose de la promesa que le había hecho a aquel ángel benefactor, no pudo resistirse a la llamada del amor. Empezó a tocar la más bella melodía que jamás se había escrito, una sinfonía maravillosa que había compuesto pensando que nunca nadie la podría escuchar, la melodía perfecta para el amor perfecto, “El guión de un chiquitín” se llamaba. Pero tan entusiasmado estaba que no se dio cuenta que el reloj de la habitación empezó a dar las doce campanadas…

Según iban dando las campanadas sus notas se iban apagando hasta que al sonar la última nota, su viejo y grande violín dejó de sonar. En esto se le apareció Juanan, su hado padrino, y cuando nuestro chiquitín asustado iba a pedir perdón por el error cometido, el ángel enviado de la diosa musical le dijo:

- No tienes nada que temer, la diosa se ha conmovido con tu música. Y como ha visto que solo el amor te ha hecho romper tu promesa, no solo te libera de tu compromiso, sino que te envía este regalo.- Entonces sacó de una bolsa el más bello Stradivarius que jamás se había visto, un violín perfecto que nadie había tocado hasta ahora. –Tómalo, el amor te ha redimido-, le dijo el ángel. – Sólo tendrás que seguir haciendo feliz a la gente que te escuche.

Así que nuestro pequeño héroe, libre y enamorado, siguió creciendo y tocando aquel mágico instrumento, haciendo mejor persona a todo el que le escuchaba, sacando lo mejor que cada uno tenía dentro, paseando su música por todo el mundo en nombre del amor, hasta que su nombre fue conocido por todo el mundo cada vez mejor y aquella melodía se hizo más y más famosa…"


NOTA DEL AUTOR: Esto es un cuento, claro; no hay que creérselo. En el mundo real hay que pelear mucho para llegar a ser un gran artista; no caen los Stradivarius así del cielo; no aparece siempre el príncipe azul que nos inspira cuando se necesita; solo algún coreano toca el violín como un virtuoso con dos añitos; sólo hay un tan buen violinista y mejor persona como Chiqui muy de vez en cuando, y nada más que hay un verdadero ángel en el mundo que se llama Juanan, jajaja).

No hay comentarios:

Publicar un comentario