viernes, 29 de agosto de 2008

FOLLÁNDOME AL SHERIFF



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la mía, la de Mike y la de uno que nos pilló follando en la duna.

Hoy me follé a Mike.

Y perdonar que empiece así el post, con toda sinceridad, pero es que todavía estoy nervioso. Mike es un surfeiro americano que es la caña. Desde que llegó a nuestra playa ya desnudo con la tabla en la mano, con su melenita rizada rubia al viento, supe que aquel culo iba a ser mío. Nadie baja a la playa ya en pelotas, ¡joder! como si fuera el Bush de los surfeiros.

¡Su culo! Su culo blanco con aquellas dos fracciones perfectamente simétricas, blancas como dos quesos de tetilla, enmarcaban una raja que era un milagro lleno de misterios, pozo de placeres insondables… No entiendo muy bien el por qué, pero hay culos y culos. Hay unos culos maravillosos pero no sabría decir claramente cuáles. No tengo una teoría al respecto; tengo que pensar en eso. Pero aquel culo de Mike, cuya visión me había hipnotizado, tenía que ser mío.

Y eso que la relación no empezó bien. Mike es el típico americano guapo, sanote, noblote, un poco infantil, y con toda la arrogancia típica de su pueblo. Pero al menos tiene sentido del humor. Cuando nos presentaron lo primero que me preguntó era de dónde era yo, y cuando le dije que de Madrid, me dice, olé Madrid, flamenco en Madrid. Ya empezamos, pensé yo para mí… No, no, eso es Sevilla, soy de Madrid, - le dije, cargado de razón. Ah, Madrid, toreros en Madri, olé, olé… No, no, le dije de Madrid, donde el Museo del Pra… bueno, no seguí porque vi que era tontería. Así que le pregunté de dónde era él.

Cuando me dijo que era de Minneapolis, pensé que era el momento de devolverle la coñita y le dije, ah, si, Minneapolis, dónde Minnie Mouse…. Mike se descojonaba. No, no, -decía,- no me follar, jajaja, Minnie Mouse no. Minneapolis. Ah, ya- le dije yo – Ya sé, dónde las quinientas millas de Minneapolis. Jajaja, ¡Quinientas millas no!,- gritaba él,- cachondo tú, no me follar. Eso ser Indianápolis (los sheriff hablan en indio, como todo el mundo sabe, jajaja). Bueno, a mi me importaba un pijo lo que era, yo solo pensaba en aquel culo y que si que lo follaría, dijera él lo que dijera, y fuera Minneapolis o Indianápolis.

Y efectivamente, hoy me lo he follado. Y aun tiemblo del placer, con ese tembleque que te queda cuando echas un buen polvo. Aunque ahora estoy todavía más caliente y me he quedado con ganas de más. ¿A vosotros os pasa que un polvo os deja aún más cachondo, con ganas de otro? Me quedo con ganas de hacer otras cosas, probar otras posturas. Querría hacerlo todo ya, no levantarme jamás de aquel cuerpo. Cuando empujaba aquel culazo que apenas era capaz de rellenar, a pesar de adaptarse a mi rabo como un guante a una mano, sentía que de alguna manera me estaba tomando la revancha de todo el tercer mundo follándose al imperio, y mientras con una mano sujetaba su cuello y horadaba aquella sima del amor; con la otra mano tiraba hacia atrás de sus rizos rubicundos con todas mis fuerzas, mientras que él me llamaba su amante latino y aún gritaba entre gemidos olé, olé y olé.

Ningún tópico se me fue ahorrado. Luego, al acabar, aún me invitó a una tapa de tortilla española.

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