domingo, 31 de agosto de 2008

BODA

Mike y yo nos hemos casado. Perdonad que no os haya invitado, pero fue una cosa así, precipitada.

Ayer, como hacía mal tiempo, llevé a mi amado a Santiago. Le encantó; aunque tengo la ligera sensación de que pensó que era un parque temático. Creyó que era algo así como Las Vegas. Y me pidió matrimonio. No me digáis que el detalle no es encantador porque Mike se marcha mañana… No sé que voy a hacer a partir de mañana, quizás este sea mi último post y yo estaré muerto de desesperación, soledad y deseo.

Mike es maravilloso, perfecto, sin mancha, no tiene un lunar ni un pelo fuera de su sitio. Su piel apenas se basta para contener tanta musculatura. Su boca es como un milagro y cuando sonríe ingenuamente y afloran aquellos dientes haría que cualquier traficante de marfil olvidara a los elefantes. Cuándo me miran sus limpios y amorosos ojos verdes lloro de emoción como un completo gilipollas; me parece un pequeño prodigio cada vez que siento sus ojos justo en mí. Y cuando nuestras miradas coinciden mi corazón estalla con cada parpadeo; no creo que sea posible una comunicación más perfecta entre dos seres humanos. Estoy enamorado hasta las trancas.

Quería casarse en la Catedral de Santiago, y de blanco que estábamos. Me dijo que si en España se permitía el matrimonio gay que nos podíamos casar allí mismo. Que pidiéramos una licencia. Le tuve que explicar que una cosa es la sociedad civil y otra la religiosa y que no siempre van juntas. Para él, música celestial. - Yo hablar con clérigo, - me decía. Al Papa, le tuve que decir que había que pedir la licencia si no quería que tuviéramos hijos tontos, jajaja. Así que, finalmente, nos prometimos amor eterno, cogidos de la mano en el altar mayor, en una boda imposible con el botafumeiro como oficiante.

Nuestra visita cultural terminó cuando las urgencias sexuales se hicieron perentorias. Tuvimos que meternos en la sauna Azul -creo que se llamaba-, ya que no habíamos reservado hotel para quedarnos. Bueno, aquello es bastante deprimente, una serie de dependencias alrededor de una sala de televisión porno donde se pajean maduros solitarios. Claro que por nosotros como si se la menean, jajaja. Íbamos a lo que íbamos, a consumar nuestro matrimonio…. ¡y lo consumamos hasta que nos consumimos! Creo que he tenido hasta un orgasmo múltiple, pero esto os lo cuento otro día.

Fuimos a cenar a las afueras, a una tasca típica por sus tortillas. A Mike le encanta la tortilla española. Desde luego va bueno de tortilla… y de huevos también. Os lo juro.

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