domingo, 3 de agosto de 2008

JUANJO, 2

Juanjo, día 2.

(Nota: En contra de mi tradición de contar mis… ¡um! digamos ligues, voy a continuar con el capítulo 2 de la historia de Juanjo, que he ido postergando por una cosa o por otra. Siento el retraso, y si no os gusta os jodéis, yo también me he tragado todas vuestras historias, vuestros amores y vuestros desamores; hasta, incluso, ¡algunos de vuestros estreñimientos….! ¡Pasen y vean!)

Acudí a la cita con Juanjo. Era viernes y habíamos quedamos en La B. a las 12,30 pero llegó a las 1,30. Mientras lo esperaba, y de puro aburrimiento, estuve ligando con varios pavos que andaban por allí y que tenían un pase: un rubio extranjero guapísimo que no paraba de mirarme insinuante mientras bailaba o no dejaba de bailar mientras me miraba; no estoy seguro, jajaja. Un ruso, creo, porqué tenía pinta como de aquella parte de por allí y hablaba en un idioma que yo no era capaz de pillar y que también se me insinuaba bastante descaradamente; y un niño que bailaba enseñando el ombligo y que estaba bastante mono a pesar de la pluma. Llegó hecho un ángel y cuando entró, el rubito, el ruso y hasta el que no paraba de bailar quedaron eclipsados por su morena belleza. Apareció guapísimo de vaquero y polo, reluciente. Oliendo exageradamente a colonia y con el pelo excesivamente engominado a mi parecer, con una pequeña crestita en medio y unos pelos hacia delante. Debo decir que parece muy pijo y muy limpito, por decirlo de alguna manera. Me confesó que es de Manoteras, pero sin embargo me ha contado que siempre ha sido muy señorito, y que siempre era el que tenía más dinero de su barrio.

Nos estuvimos morreando y besando allí mismo. Su boca y su sabor me encantó. Su saliva era rica, fresca y jugosa, sin el sabor típico a tabaco a pesar de fumar. Parecíamos pegados por aquel deseo y aquel sabor, con ganas de sorbernos hasta el sentido. Examinó todas mis encías, mis dientes y mi garganta con su lengua. Sus besos eran profundos y eternos. Desde luego –acerté a pensar sin soltar su boca,- no era la primera vez que besaba, y creo que lo hacía casi mejor que yo… ¡y mira que a mí me gusta besar!.

Después, y ocultando nuestra excitación malamente por la calle, fuimos a O. Aunque a él no le gustó. Le pareció… ¿cómo decirlo sin que suene raro? Demasiado moderno. Creo que no le hizo mucha gracia que hubiera tanto gay, tanta exhibición de biceps y pectorales sin camiseta. Sintió esa molestia que sienten muchos gays en los sitios de moda, y que yo no entiendo del todo. Es más, a mi no me molesta nadie, jajaja. Si me gustan miro y si no, paso. Pero bueno, como era nuestra primera cita y me tenía embobado, le dejé llevar la iniciativa; porque aunque es mayor que yo, me parece que soy yo mucho más maduro. El tiempo que estuvimos allí, seguimos muy amartelados, me besaba todo el tiempo y nos cogíamos de la mano para andar por toda la sala, para ir a la barra, etc. En fin, como dos novios. Muchos nos miraban al pasar y algunos se insinuaban, ¡es que hay gente que no respeta nada, jajaja!

Luego fuimos al Nike, en la zona de Chueca. Fuimos por la calle Hortaleza cogidos de la mano, y reconozco que eso me excitó más si cabe. Es una sensación nueva de atrevimiento y libertad que me ha superado. Estuvimos allí en la esquina del botellón un buen rato charlando de todo lo divino y lo humano; lo que me sirvió para conocerlo algo más que besándonos, claro, jajaja. Pero todo se escoñó cuando llegaron A. y compañía, y empezaron con las típicas bromitas de si ya sois pareja, si tal y si cuál, las típicas mariconadas de envidioso, jajaja.

Finalmente, lo acerqué a casa en coche. Durante todo el trayecto por la Castellana fue con su mano en mi paquete empalmado. No sé ni como no me escoñé contra el Estadio Bernabeu, es difícil conducir con un calentón instalado hasta la frente que te nubla la vista. Aunque, luego, me hizo dejarle bastante alejado de su portal. Osea, que tiene más miedo que yo a que lo descubran y eso que va de sobrao.

Bueno, lo habéis adivinado: no hemos follado en nuestra primera cita, si eso es lo que interesa. Los dos somos de los “románticos” (¡ay, qué me meo todo!, jaja). Eso si, llegué a casa con un calentón del quince y si no me hice tres pajas seguidas (por que sin ser seguidas es lo habitual, claro, jajaj), no me hice ninguna.

En fin, el caso es que me sigue gustando… Pero no sé de qué va. No quiere pareja, dice. Y eso me empieza a sonar a canción ya oída; pero se ha creado cierta dependencia. Y que ¡tachán! quedamos para mañana. Así que mañana, más.

Al llegar a casa tenía un sms.

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