domingo, 6 de enero de 2008

NEGOCIO

¡Qué idea! ¡Qué gran negocio! Se van a forrar seguro.

Han colocado máquinas expendedoras de ¡libros! en los intercambiadores de autobuses de Madrid, ¡pero cómo no se le había ocurrido a nadie antes! ¿a que es una original idea cuya sencillez maravilla? No parece peligroso, ¿verdad? Coges tu libro, te sientas en tu asiento en el bus y ¡hala!, a leer. Bueno, desde que las colocaron la gente en una larga cola se agolpa ante ellas para sacar su libros más deseados, y se dice que una persona, incluso, ha leído uno. Ya nadie compra palomitas, cocacolas ni donkindonuts, ahora todo el mundo compra libros.

El que yo vea siempre los mismos títulos y el mismo número de ejemplares, no indica nada más que los reponen con premura diaria. ¡Qué feliz me siento viviendo en un país de intelectuales tuberculosos entre los que yo mismo aspiro a encontrarme algún día! Yo, de momento aun no he comprado ninguno porque entre que un día no tengo dinero, otro la máquina no fuchica o no tiene cambio pues no he podido, pero intenciones las tengo buenas y, de momento, ya le he sacado una foto al diabólico invento para regocijo, solaz (voy pa intelectual, ya dije ¡eh!) y pasmo de las generaciones venideras.

Esto es el negocio del siglo; no te quiero decir nada cuando haya maquinas de estas en Marte y por ahí… Eso si, habrá que ir pensando en traducir el letrero luminoso que se encuentra escrito encima en esa lengua bárbara que hablan los de por el lado de allí…, porque no es infrecuente que algunos me pregunten con lucidez ¿… y esta máquina que coño dices que vende? Bueno, no los puedes culpar si muchos no han visto un puto libro en su vida…

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