martes, 15 de enero de 2008

¡AY QUE MAL, MARISCAL…!

Ayer me dio un ataque de risa, no es por nada. Yo es que de diseño no entiendo mucho, pero vamos no hay que ser un lince para saber que lo que ha diseñado Mariscal y que venden el “El País” por entregas es cuando menos patético. Yo pediría un poco de cordura, que esto de que los periódicos vendan artilugios de cocina y otras lindezas semejantes ya me parece demasiado; claro que el invierno pasado creo que el ABC te vendía o regalaba una ensaimada… A saber a qué sabía aquella ensaimada letrada que mientras te la zampabas te hablaba al oído de Zaplana.

El caso es que o Mariscal ha perdido el norte o le ha pasado la hora; pero hay que ver lo que ha diseñado: no ya los chuchillos que parecen las “hojas albaceteñas” que usaba Curro Jiménez, sino lo presentado bajo el ingenioso y novedoso nombre de “tijeras” (que parecen unas tijeras de siempre, la verdad; igual cortan y todo) y lo que para mí alcanza el sumum del nuevo diseño catalán: lo que podíamos llamar ocurrentemente “cacharrito para salsas” ¿no es lo más de lo más? No es lo más “requisito” que habéis visto en vuestra vida? Vamos, que pones en estos ingeniosos cacharritos una salsa o unas simples almendritas y prestigias cualquier mesa… Ríete tu de los platos cuadrados.


Lo siento, pero me parece penoso. Y que nadie vea en este post un ataque del resto de España a la industrial y moderna Cataluña (que entre otras cosas, a mi ese edificio que parece una polla iluminada me chifla y no por lo que estáis pensando) o una maniobra de distracción de la ínclita ministra de Fomento para no transferirles las Cercanías, ¡eh! ¿Para qué querrán los pobres catalanes unos transportes públicos de calidad, teniendo estos maravillosos recipientes de diseño? Nuse.

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