domingo, 3 de febrero de 2008

¡Y ENCIMA LLUEVE...!

Ayer fuimos a jugar un partido a una ciudad que llamaremos X, más que nada porque quiero conservar la vida. Es un equipo que ya es famoso por lo animales que son, no solo los jugadores, sino todos los del pueblo y esto no es racismo-pueblerino o como quiera que se pueda llamar eso; es un hecho.

El caso es que no sé el porqué pero a la gente se el pone cara de donde vive y allí todos tienen cara de animales. Mi padre lo dice siempre cuando viajamos a Galicia en vacaciones; en el primer semáforo en que se para al llegar a Coruña, cerca ya de la plaza de Vigo, nos dice una y otra vez la misma frase mientras mira a la gente que cruza por allí descuidadamente “¡qué caras tan coruñesas!” A mi siempre me hace gracia y siempre me meo de risa aunque él lo dice completamente en serio, y siempre le contesto lo mismo también “Papá, lo raro sería que los de Coruña tuvieran cara de sevillanos, ¿no te parece?” sin comprender del todo lo que tener cara de coruñés significa.

Bueno quiero decir con esto que todos los jugadores de X tienen cara de X, ósea de bestias y, a lo mejor, no es su culpa. Pero la tienen y lo son. Con deciros que yo tuve que estar todo el partido pidiéndole disculpas al defensa que me marcaba, “lo siento, tío” le decía cada vez que le quitaba el balón y lo hacía acompañado de grandes aspavientos. Cuándo metí el gol de la vitoria, - que más me valía no haberlo hecho-, tuve que decirle que había sido por error, que en realidad yo no tenia intención de meter gol, que faltaría más, que ni siquiera quería haber tirado a puerta, y que me perdonara por dios, que un error lo tiene cualquiera…, vamos, solo me faltó ponerme de rodillas.

A partir del susodicho gol, no solo tuve que seguir disculpándome por cada escapada, sino que, además, tuve que vigilar la integridad de “ambas mis piernas las dos” porque me di cuenta que mis disculpas cada vez que me llevaba el balón ya no le conmovían, y el ijoputa quería que corriera la sangre.

Claro, no ayudó mucho a la armonía entre los dos equipos el hecho de que Espinosa dijera que él no soltaba sus pertenencias en el vestuario ni en el banquillo, que el año pasado ya le había "follado el Lacoste", y jugó todo el partido con la mochila negra a la espalda. La verdad es que hacía raro. Y los gritos de los simpáticos abueletes que contemplaban el partido diciéndole no se qué de robarle el coño a su madre así nos lo hizo ver. Tampoco ayudó mucho que nuestro defensa central se pasara todo el partido, en vez de intentar regatear a su contrario, salpicándole en todos los ojos el barro de un enorme charco que había delante de la portería a toda la delantera contraria. No les hacía mucha gracia, la verdad, porque no veían un pijo, ¡pero les está bien empleado por regar el campo para que nos matáramos!

El caso es que salvamos la vida a pesar de que aquellos Xquisitos rivales intentaron volcar el ¡autobús de línea en el que volvíamos! Que ni siquiera tenemos autobús propio, ya os podéis suponer que no somos el Real Madrid; no sé si era la línea 17, la 27 o la 137, era igual, ellos querían volcarlo con el pobre conductor dentro y los mismos vejetes que nos había animado tan cariñosamente durante el partido…, solo la intervención de la policía local evitó que X se quedara con un autobús urbano menos.

En resumen, ganamos 2-1 y salvamos los tres puntos y la vida… pues no es mal balance, llegué a casa bastante contento, como comprenderéis; muerto pero vivo, valga la contradicción.

Y hoy es carnaval y encima llueve... ¡Tendré que llevar la gabardina por encima de mi disfraz de hacer el indio!

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