lunes, 23 de junio de 2008

¡YA ESTÁ AQUÍ EL VERANO DE LOS... COJINES!

Y lo digo en serio. Para mí el verano es un sufrimiento de… cojines. Podía decir de cojones, que a mi me sobra desparpajo; pero no, es de cojines. Cuando llega el buen tiempo mi madre, aficionada a la decoración como es, le da por llenar el jardín de cojines. Bueno cojines y velitas para ser exactos.

Entonces cada sábado por la mañana, y siempre que haga buen tiempo, se inicia el rito de colocar los cojines del jardín, que no son pocos y que, sólo a título informativo, expongo aquí:

Banquito de madera del porche: 2 grandes y 2 pequeños.
Sillas de la mesa de comer: 4 medianos y 2 grandes.
Reposapies: 2 pequeños.
Sillas redondas de metal: 2 redondos.
Tumbonas: 2 grandes.
Columpio: 2 colchonetas grandes, 2 pequeños y un toldillo.

En total: 20 cojines y un toldo.

Pues ahora ha montado ¡un chillout! Bueno, una especie de cama o futón de bambú o como se diga, que ha comido medio jardín, pero con lo cual tengo que sumar dos colchonetas más y de las grandes. Eso si, con su toldito tambien, menos mal que este es fijo.

Y no es moco de pavo subir todo esos cojines desde el garaje por una escalera de caracol cada sábado, impepinablemente. Y siempre me toca a mí, no es por nada. Mi hermano lleva una vida muy particular en esta casa ¡ha logrado la perfección!: dormir, comer y cagar. Mis hermanas están todo el día hablando por el móvil y prácticamente no hay manera de comunicarse con ellas salvo por señas. Así que la frase que más odio y temo esas mañanas es la de: “Iago, sacaaaaa los cojineeees”, y si protesto la contestación siempre es la misma: “total a ti qué más te da…” o su variante "total, para lo que tienes que hacer..." o la que me subleva más: "total, qué trabajo te cuesta..." ¡Total!

Pero la cosa no acaba ahí. De nuevo, cada domingo por la noche, normalmente cuando estoy en lo más interesante de Aída o en el momento más glorioso de un ciberpolvo (pongamos por caso, jajaaj) es cuando mi madre decide que: “Iagooooo, hay que recoger los cojines”. Porque no penséis que los cojines pueden pasar toda la semana en el jardín, no; Tampoco se recogen solos, claro. A mi madre todo lo demás le importa un pito, pero los cojines del jardín pasan la semana en el garaje perfectamente colocados y a salvo de chaparrones y cagadas de pájaros. A veces creo que pone los cojines para que los vean las visitas. Pero tiene una autentica obsesión con que no se mojen – “es por el riego” me dice toda convencida, y lo peor, queriendo convencerme a mi.

Bueno, lo dicho, a algunos les gustará el verano, pero el caso es que a mí el verano me toca los… cojines.



Comentarista Plateado del Dia: David Guzmán

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