martes, 3 de junio de 2008

EL TRAGASABLES

A Matritensis, que tanto hace desinteresadamente
por Madrid en su blog: "Madrid que no Madriz"

En el centro de Madrid, en la zona que va de la calle Arenal a la Gran Vía pasando por la Puerta del Sol, eje de nuestra capital, se ve un circo que ríete tu de la corte de los milagros: los más curiosos indigentes han tomado la zona, pidiendo de manera a cuál mas melodramática: la anciana que pide encorvada, pero cuando deja de pedir se pone más chula que un ocho, el que pide sin brazos con el vaso en la boca, una pobre enana que además tiene los brazos más pequeños todavía, el pobre que pide de rodillas por dios y por la virgen pero que cuando se levanta mas te vale que no te coja cerca, porque tiene una mala leche ya legendaria en la zona. En fin. A mi me dan pena, la verdad; pero hay quién dice que en la sociedad española todo el mundo que quiera tiene medios de ir tirando sin necesidad de pedir por la calle. No sé, igual es la crisis esa.

Además de toda esta tropa, están los “voluntarios”: los de Cruz Roja, ACNUR, Greenpeace, etc., cada grupo vestido con un chaleco de color mas o menos relacionado con su labor: así los de Greenpeace van de verde; los de Cruz Roja pues de rojo, claro; etc… Todos ellos intentando captar nuevos socios para sus causas entre la indiferencia general... ¡Sólo falta
Letizio Pantoja, jajaaj! Aunque, ya en serio, el tema más grave es ahora la escasez y carestía de los alimentos.

El caso es que toda esta fauna que anima el centro ha quedado oscurecida ante la presencia de una nueva y sorprendente atracción. Lo último en agitación callejera en el centro de Madrid es, curiosamente, bastante antiguo: un tragasables. ¿No es de coña? El tragasables ha desbancado al hombre de barro, a la bailarina estática, a la orquesta de mariachis, incluso al hombre que se lleva el viento. Nada hay comparable al tragasables ahora, y mira que es difícil en este circo popular y callejero llamar ya la atención. Bueno, la verdad es que él, en su cutre cartel propagandístico, se denomina a si mismo pomposamente como "mentalista".

Es un tipo ya mayor y de aspecto excéntrico, la verdad; que habla con un típico acento argentino. Ataviado con una vistosa camisa de flores que luego se quita, actúa desnudo de medio cuerpo para arriba. Y se traga los sables hasta la empuñadura, mastica cristales rotos, se mete una aguja de calcetar de un lado a otro de las mejillas y, en un número final que hace palidecer todos los anteriores y, con la ayuda de algún espectador más atrevido, se introduce un taladro eléctrico encendido por las fosas nasales. No voy a entrar en más detalles... Solo deciros que el tumulto que forma una actuación tan pasada de moda, y pelín patética, corta la circulación de los paseantes, y todavía llama la atención en ese microcosmos social deshumanizado que es el centro de la ciudad.

En fin, pasear por esta zona es una pequeña no deja de ser una aventura humana apasionante, un paseo por el circo de la vida en toda su extensión. Actualmente, y ahora que los comercios no cierran ni siquiera los domingos, todos los días son buenos para tomarle el pulso a esta ciudad que habitamos y forjamos entre todos, y que no deja nunca de sorprenderme.

Es el puslo de Madrid, nuestra villa y corte.

No hay comentarios:

Publicar un comentario