lunes, 2 de julio de 2007

¡LOS CUÑAOS SOMOS GENTE ONRÁ!

Bueno, vacaciones… ¡Finiquitado y desgarrado el cuerpo rojo de Iago, las clases han alcanzado sus últimos objetivos! Primero de carrera finalizado. Yo pensaba que en la universidad se follaba aprendía más. Para vuestra tranquilidad deciros que he sacado tres matrículas, un sobresaliente y otra nota por saber.

Ayer, desgarrado por la tremenda muerte en accidente mañanero de coche de tres jóvenes del pueblo vecino de Villanueva del Pardillo: David, Iván y Eduardo que se mataron en la rotonda que da acceso a mi urbanización y, que sin ser de mi pandilla algunas veces me he enfrentado a ellos en algún partido de fútbol, me quedé en casa sin ganas de ir de fiestas del Orgullo. Estuve tomando el sol hasta que se nublo y acompañé a mi madre a Ikea.

Alguien me acusó de ser un snob por poner en un post lo que me gasto en el móvil al año. Tal vez alguna vez me anime a contar como me gano el dinero para el móvil, aunque tengo que confesar que no haciendo chapas como se podría suponer en un uno de mis últimos post. Pero ahora no hace al caso. Solo diré que mis padres, aún dándonos todo lo que pueden, la verdad, nos han inculcado la importancia del dinero y lo difícil que es ganarlo; por todo ello son múltiples las actividades remuneradas que realizo por dinero: limpieza de jardín y piscina, lavado de coches en el vecindario, etc….

La cuestión es que con parte del dinero obtenido en estas pequeñas chapuzas (y espero que hacienda no se enteré pues no pago el IVA) me compré una crema protectora carísima para no ponerme como un camarón mi primer día de piscina.

Mi futuro cuñado, ayer cogió mi botecito de la susodicha crema y empezó a ponerse por todo su cuerpo (al que no me voy a referir hoy, pero que está de tomapanymoja) sin muchos miramientos una y otra vez, después de cada baño. Bien sabe dios (si existe) que yo no soy cutre – que a mi particularmente ser cutre me parece lo peor – pero ver como bajaba el maldito frasco de aquella crema me hizo darle un toque de atención: “cuñao, ¿qué? Ya está bien de echar cremita ¿no?“ le dije. A lo que él, mirando la etiqueta del frasquito y lleno de razón me dice como si la cosa no fuera con él: “no, no, si aquí dice que échese cuantas veces se quiera”. ¡Será jodido el tío! Y lo peor es que no tuve más remedio que reírme.

¡Cuñados! Ya lo dice MacNamara “Yo de mayor quiero ser cuñada”

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