martes, 10 de julio de 2007

BATALLITAS

Ayer leí que una asociación de animosos abueletes, jugando a las batallitas recrea todos los años la famosa batalla de Brunete. Uno de los ancianos participantes declaraba casi llorando: “cada día vamos quedando menos…”

Yo me emocioné. Me emocioné por esos jubilados que recuerdan aquellos heroicos ideales que les llevaron a resistir los ataques de las tropas enemigas – eso suponiendo que haya alguna guerra que pueda hacerse en nombre de algún ideal; pero bueno, esa es otra historia.

El caso es que yo a poco que me vaya de paseo con mis dos perras, me salgo del mapa de mi urbanización y me tiro aproximadamente una hora caminando o haciendo footing con las perras trotando a mi lado por unas llanuras donde tuvo lugar la susodicha batalla. No hay día que no recoja del suelo dos o tres balas retorcidas y oxidadas que encuentro semienterradas en el camino, y que mis pisadas y los pequeños movimientos de tierras que provocan las lluvias dejan ver.

Yo las recojo todas, ya digo, y las llevo a casa. Me entretengo en limpiarlas y con una pegatina y un trozo de celo, le pongo a cada una de ellas un número correlativo, la fecha del hallazgo y un nombre que me invento: Juan, Antonio, Carlos, Roberto, Sergio… etc. Me gusta pensar que esas balas perdidas a las que yo pongo nombre al azar no alcanzaron su destino, y que yendo dirigidas a alguno de aquellos soldados que yo así recuerdo fallaron en su mortífera misión, y que esos combatientes que salvaron la vida milagrosamente tienen hoy una existencia alegre y pacifica rodeada de sus hijos y nietos. Entonces me viene a la memoria unas palabra de mi abuelo, que siendo también militar y habiendo hecho la guerra en el bando triunfador, siempre me decía que él “no había matado nunca a nadie, al menos queriendo”.

Esa idea que me forjó mi abuelo de intentar no hacer mal a nadie intencionadamente y la evocación de un soldado disparando siempre hacia el sitio equivocado con el fin de no herir ni matar a nadie, un poco al estilo de la guerra de Gila, me parece un bella manera de ir como soldado de a pié por la batalla de la vida.

En eso andamos.

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