MORBO. Paseaba esta mañana por la calle Preciados de Madrid, divisé a lo lejos un pibe impresionante: alto, fuerte pero bien proporcionado, unas gafas fashion en una cara cubierta por un pelo a lo power (ya sabéis, así echado por la cara) y a lo lejos se distinguía que venía en bermudas. A mi me pone muy cachondo la gente que va ….¡um! ¿cómo decirlo? contra-corriente; no sé, de chanclas descalzas en invierno y botas de agua en verano, para entendernos. Así que aunque hoy todo el mundo va en bermudas aún la mayoría no ha desempolvado las del verano pasado; y yo pensé que él las vestía era para poder enseñar los tatuajes de la pierna. Pero cuando estaba cerca de mí, pude comprobar, poniéndome súper animado que para mi sorpresa ¡no tenía ningún tatuaje!
Es que no es por nada, pero pienso que los tatuajes están muy vistos, que los no tatuados son un peligro en extinción y a mí, que antes me gustaba ver un tatuaje en un tío cachas, ahora me gustan los que no lo tienen. Morbo.
ANTIMORBO. Ya al venir hacia casa en el autobús venía un chico igualmente fornido y guapo. Con una camisa de leñador y su barba de tres días era la viva estampa de un duro hétero. Ni uno de sus atributos ni gestos podría considerarse minimamente gay. Tenía un perfil perfecto con unos increíbles ojos negros, una nariz recta y enérgica y la abertura de su camisa dejaba ver un torso deportivo; era un tipo duro. Yo no podía quitar mis ojos de él, mirándolo entre atontado, nervioso y, porqué no decirlo, cachondo.
Pero cuando, de repente, abrió su mochila y sacó un estuche que abrió para coger un bolígrafo pude verlo lleno de lápices de colores. Todo se me vino abajo en un segundo, desapareció la calentura ante aquellos infantiles y pasteleros lápices. Antimorbo.
¿Qué te produce morbo y qué te lo quita? 
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